jueves, abril 26, 2007

Momento planetario

Si me diste la espalda
justo cuando te necesité,
ahora ya no tiene importancia
ahora existen mil demonios
ocupando tu lugar.

Algunas cosas nunca cambian
y otras tienen que cambiar
para hacernos sitio
que podamos respirar.

No siento en la vida nada más
que estar hecho de un solo metal
y que tú estés hecha de tantos metales,
no lamento nada más,
que no poder estar contigo
es donde quería estar.
Y ahora quiero perderme
y no encontrarte nunca más.

Sale el sol y da contra el cristal
y si no quebranta el vidrio
qué coño va a quebrantar.

Si volvemos a vernos
algún día por casualidad,
no podrás decir que yo no lo intenté,
que me dejé la piel y la cabeza
intentando resolver
el enigma que impide que te pueda comprender,

que se interpone entre nosotros como una pared.

Si nos vemos de nuevo...

(Los Planetas, "Si me diste la espalda"; de su nuevo disco "La leyenda del espacio", título con guiño ciencia-ficcionero a Camarón de la Isla)

domingo, abril 22, 2007

Pan con nocilla

“Por el poder de Greyskull”. Transformers. La historia interminable. La Nintendo de 8 bits. Campeones. Dragon Ball. Robocop. Bola de Dan. El penalti de Djukic y la bolea de Van Basten. Fraggle Rock. Los Goonies. Cuenta conmigo. The final countdown. Terminator. “Sevilla” de Miguel Bosé. Indiana Jones. Roberto Carlos. El coche fantástico, McGiver, Magnum y el Equipo A. Las tortugas ninja. La guerra de las galaxias (cuando nadie hablaba de episodio tal ni episodio cual). Superman (siempre y para siempre, Superman). Bitelchús. Scorpio secuestrando el bus escolar en Harry, el sucio. Cañas rellenas de crema el domingo al salir de misa. Ranma 1/2 y Dr. Slump. “Bajo’el mar” y “Sucia rata”. Acostarte antes de que empezase “Un día es un día”. Los pitufos y los Snorkles. “Somos los E-E-E-E-Eeeewoks, y en el bosque nos encontrarán…”. Los diminutos (nadie sabe dónde están). Aquellos maravillosos años. Live is life (lará larará) y Because the night. David el gnomo y también el juez Klaus. Padres forzosos, Salvados por la campana, Cosas de casa y Primos lejanos (no seas eridículo, pirimo Lari). Os falcóns do espacio. Regreso al futuro. Bravestarr y Capitán Planeta. Humor amarillo. Hulk Hogan contra el Último guerrero. G.I.Joe. Los Thundercats…

Hoy estoy nostálgico…

miércoles, abril 18, 2007

Abecedario personal: C de Comic

Para quien se siente fascinado por algún tema, género o arte en especial, la incomprensión de los demás resulta, a veces, frustrante.

Me parece una lástima pensar que hay personas con las que tengo muchísimo en común y que, quizás por ignorancia (entiéndase en el sentido más estricto de la palabra y no se confunda con incultura), se ven incapaces de compartir mi amor por el comic. Más aún cuando, si las circunstancias así lo permitien, algún día quizás llegue a cumplirse mi sueño de dedicarme profesionalmente a ello (crucemos dedos de manos y pies).

No sé hasta qué punto se podría pensar que su indiferencia hacia el comic es comparable a mi total desinterés hacia la filatelia o la vinicultura (aficiones apasionantes para quien las profesa, seguro, pero que a mí no me atraen, a priori, ni lo más mínimo), pero cuando se trata de personas que gustan, como yo, de las artes hermanas del tebeo (véase la literatura o el cine), no puedo sino reforzar mi creencia de que, simple y llanamente, no han tenido la oportunidad (o no han querido encontrarla) de acercarse al medio.

Pero, por suerte, a veces sí realizan ese esfuerzo. Y entonces, mi amigo/a en cuestión, me dice: “Jero, déjame algún comic, que tengo curiosidad.”

Y ahí la cagamos.

Porque después de haberme oído hablar una y mil veces de lo complejos, evocadores, profundos y maravillosos que pueden llegar a ser los comics (no todos lo son, claro, pero también ahí están las novelas de Corín Tellado, “Dos tontos muy tontos” o los discos de Bustamante), uno se siente obligado a proporcionarle una lectura de las contundentes de verdad, de esas que puedan “abrirle los ojos”. No puede coger cualquier número al azar de “Spider-man” y esperar que quede deslumbrado por los diálogos ramplones y los personajes de cartón piedra (que, seamos sinceros, es la tónica general en casi todos los números de una serie que se sigue más por nostalgia y devoción que por calidad). No puede, incluso, dejarle un álbum de “Calvin y Hobbes” (maravilla donde las haya) y esperar que capte todos los niveles de lectura de esas mínimas anécdotas protagonizadas por un niño de seis años y su tigre ¿de peluche?

Porque, por desgracia, el comic no es el cine, ni la música, ni la literatura. En la sociedad occidental de hoy día, difícilmente habrá un individuo que no tenga el background necesario para poder leer una novela, ver una película o escuchar un disco y comprender, al menos al nivel más básico, qué es lo que está percibiendo. Eso, en el caso de los no-lectores de comic, es totalmente diferente: background cero.

Y uno piensa: ¿si ahora le dejo a esta persona mi maravilloso tomo recopilatorio del “From Hell” de Alan Moore y Eddie Campbell, obra densa y compleja como pocas, no sería como si le prestase “Rayuela” a quien nunca ha leído un libro? ¿No lo abandonaría en la página 3, por ser totalmente incapaz de asimilar lo que está leyendo? ¿Debería dejarle el “Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo” de Chris Ware, que constantemente juega con el lenguaje del medio, o sería acaso como ponerle el DVD de “Memento” a quien no tiene ni idea de narrativa cinematográfica? ¿Es más comprensible para esta persona el “Partida de caza” de Christin y Bilal, con su plástica metáfora de todo un sistema político decadente esbozada en una historia aparentemente smple narrada a través un pequeño grupo de personajes, que “The dark side of the moon” para quien no ha escuchado jamás una nota musical?

Y no entro ya en los super-héroes de toda la vida, que con tantos años de continuidad a sus espaldas a veces son apenas legibles para quien ya lleva en esto su tiempo. Tanto es así que en numerosas ocasiones incluso la propia historia, aún estando protagonizada por personajes totalmente nuevos y originales, hace referencia en clave de parodia/homenaje a elementos super-heroicos que el lector debe descifrar (en el caso de series como “Top Ten”, “Planetary”, "The Authority”…), y que serán irreconocibles para quien no haya leído antes determinado material (“Crisis en tierras infinitas”, “Fantastic Four” o cualquier tebeo de Jack Kirby, respectivamente).

Entonces, ¿qué recomendar?

Si tú, amigo lector, estás interesado en el mundo del comic pero no sabes por dónde empezar y no quieres perderte en una marabunta de uniformes de colores chillones, o no deseas romperte la cabeza para comprender una determinada composición de página que, la mires por donde la mires, no acaba de tener sentido en tu cabeza: ¿por dónde empezar?

Aquí va una pequeña selección de cinco tebeos aptos para cualquiera que nunca haya leído un comic y desee empezar con el mejor pie posible:

-“Píldoras azules” (Frederik Peeters): acierto seguro para lectores primerizos, y apasionante lectura para los más curtidos, es una pequeña historia cargada de sentimiento sin caer en la sensiblería que, además, se lee en una sentada, es fácil de digerir y deja buen sabor de boca.


-“Un poco de humo azul” (Lapière/Pellejero): otra historia cargada de emoción, ésta vez de corte más social, pero sin caer en el tremendismo, con los presos políticos de una dictadura balcánica como base argumental para una historia de amor contada a partir de un poema escrito en unos cigarrillos. Profundamente lírica, sin levantar los pies de la tierra firme del mundo real.


-“Monster” (Naoki Urasawa): posiblemente, el thriller en viñetas más adictivo que he leído, una suerte de “El fugitivo” lleno de inesperados giros de guión, pero sin caer jamás en la confusión. Aunque es un manga (palabra traducible como “comic” en japonés, y que no designa ningún género ni estilo visual en concreto), conviene exorcizarse del recuerdo de “dragonboles” y “candicandis”. Nada que ver (y no pretendo ser despectivo, que a mí me divierte mucho "Dragon Ball", pero es que los tiros no van en abosluto por ahí). Posiblemente agradará a aquellos que gusten de las series televisivas de moda (“Lost”, “Prison Break”, “Heroes”), pues juega con los mismos trucos de guión que éstas para impactar al lector y conducirlo por su trepidante argumento. Ya se habla, como no podía ser de otro modo, de adaptación cinematográfica.


-“Para ti que eres joven” (Albert Monteys y Manel Fontdevila): aún sabiendo que me quedan muchas tiras humorísticas por leer para hablar con conocimiento de causa (es uno de los géneros que menos sigo), el humor de “Para ti…” sigue pareciéndome el más descacharrante a la par que accesible para cualquiera que se precie de tener sentido del ídem. Lo que nos hace reír varía sustancialmente de una persona a otra, y lo que a unos puede parecerles hilarante, a otros no les suscitará el más mínimo movimiento de un solo músculo de la cara, pero para quien guste de series como “Los Simpson”, “Futurama” o “Padre de Familia”, yo diría que es una apuesta segura.


-“The Sandman” (Neil Gaiman y varios dibujantes): me he referido a él un par de entradas más abajo, y quizás sea el más difícil de recomendar de los cinco, puesto que en algunos números (sobre todo en el primer arco argumental, “Preludios y nocturnos”) aparece algún personaje invitado del universo superheroico de DC Comics (editorial de Batman, Superman y compañía) que, aunque no es preciso conocer, extrañará a más de uno. Superado este mínimo inconveniente, el lector descubrirá un sorprendente mundo de fantasía que recubre el retrato de los miedos, obsesiones, filias y fobias de nuestra sociedad a finales de los 80 y principios de los 90. Quizás la comparación parezca venirle grande, pero yo diría que “The Sandman” es al final del siglo XX lo que la “Divina Comedia” de Alighieri o el “Fausto” de Goethe fueron a los siglos XIV y XVIII respectivamente. El hecho de que se trate de un comic, por supuesto, impedirá tal reconocimiento de cara al futuro…


Ésta es, claro está, una selección personal e intransferible, y no todos los comics reseñados gustarán por igual a todo el mundo, pero creo que sería un error cerrarle las puertas a un arte pleno que tiene una capacidad incalculable de proporcionar tanto deleite, evasión y disfrute a quien le de una pequeña oportunidad.

Y si no gusta, siempre quedará la filatelia, ¿no?

martes, abril 17, 2007

Secretos y mentiras

“-Los hombres como usted son los que hacen las grandes guerras.
-No. Nos aseguramos de que las guerras sean pequeñas.”


Ésta es sólo una de las innumerables perlas de guión que contiene “El buen pastor”, segunda película dirigida por Robert De Niro, y que cuenta en su reparto con Matt Damon, Alec Baldwin, Angelina Jolie, Michael Gambon, John Turturro, William Hurt, Joe Pesci y el propio De Niro en un pequeño pero destacado papel.

Decían hace un par de meses en la revista “Rolling Stone” (a propósito del nuevo disco de Arcade Fire, “Neon Bible”) que está feo decir cuál es el disco del año en febrero, y supongo que con esta película pasa más o menos lo mismo. Lo que está claro es que, sino el mejor, “El buen pastor” será recordado como uno de los films más importantes del presente 2007. Y razones no le faltan.

La anterior película de Robert De Niro, “Una historia del Bronx” era una de esas pequeñas producciones hechas con mimo, sin grandes pretensiones y sin apenas defectos a tener en consideración. Un relato emotivo sobre la juventud y la vida en las calles, que presagiaba el ascenso de un nuevo director al que seguir de cerca. Lo que nadie sospechaba era que De Niro iba a tardar la friolera de 13 años en ponerse de nuevo tras las cámaras, pero ya no para hablar de lo cotidiano desde la humildad de un realizador en fase de aprendizaje, sino abordando un proyecto de grandes pretensiones, sacándolo adelante con la soltura de uno de los grandes sin caer en la épica de baratillo.

Hay en “El buen pastor” ecos de Coppola (metido en el film en labores de producción) y de Scorsese, dos de los grandes maestros bajo los que De Niro tuvo la suerte de trabajar en el pasado (y los que lograron arrancarle sus interpretaciones más memorables). Hay también un trabajo actoral impresionante, encabezado por el siempre contenido Matt Damon, uno de los mejores actores de su generación que, no obstante, sigue sin recibir el reconocimiento que merece (supongo que si uno no interpreta a subnormales, esquizofrénicos o cualquier tipo de personajes tarados y/o torturados tiene muy difícil eso de recibir un premio en Hollywood).

Las casi tres horas de película se digieren como agua gracias a un ritmo rayano en lo perfecto y un montaje excelente, y si bien la banda sonora no pasará a los anales de la historia (una partitura más bien discreta de Marcelo Zarvos y Bruce Fowler), es un acompañamiento sonoro ideal para las imágenes proyectadas en pantalla.

Pero si todo funciona a las mil maravillas en la película, se trata sin duda gracias al maravilloso guión escrito por Eric Roth (quien ya se había encargado de demostrar su innegable talento al parir el libreto de “Munich”, de Steven Spielberg). Un guión que mima a todos y cada uno de sus personajes, con unos diálogos increíbles (cada conversación esconde información a múltiples niveles al tiempo que define a los interlocutores y hace avanzar la trama con una soltura pasmosa), con unos silencios igualmente geniales (los que dibujan, de forma inversa, al personaje protagonista) y con un uso del flashback/flashforward que no por manido (y generalmente usado con resultados muy inferiores) resulta menos apropiado.

Muy de vez en cuando, uno tiene la satisfacción de salir del cine sabiendo que lo que acaba de ver merece en toda regla alcanzar, algún día, el apelativo de “clásico”. Los hados son caprichosos y quizás “El buen pastor” no alcance tal status en un futuro próximo (ocurrió con mi adorada “Camino a la perdición”, desgraciadamente incomprendida), pero no será porque no lo merezca.

Ya sólo nos queda esperar que De Niro se olvide definitivamente de la actuación (y así podamos librarnos de bochornos tan lamentables como “Rocky y Bullwinkle” o “Showtime”… Bobby, quién te ha visto y quién te ve…) y se pase definitivamente a la dirección, dándonos más de “esta mierda tan buena” con cierta asiduidad…

Los hijos de Gaiman

Neil Gaiman es principalmente conocido por su serie de comics “The Sandman”, en la que demostró que crítica y público pueden coincidir siempre y cuando el talento literario no sea un elemento ajeno a la ecuación. La serie recibió todos los premios habidos y por haber, se tradujo a innumerables idiomas y creó una legión de fieles seguidores a lo largo y ancho del vasto mundo. Como servidor, aquí presente.
Tras finiquitar su magna obra en el número 75, Gaiman comenzó a desligarse del mundo de los tebeos para ir haciéndose un hueco en el cine, la televisión y, sobre todo, la literatura.

Tras la publicación de numerosos cuentos ilustrados, libros infantiles y la novela de éxito “American Gods” (que aún no he tenido la ocasión de leer), a finales del año pasado se publicó en España “Los hijos de Anansi”, que narra las aventuras de Gordo Charlie, un tipo de baja autoestima y escaso éxito profesional que aborrece cantar en público y que está apunto de casarse con su novia Rosie, muy a pesar de su futura suegra. El asunto se complica cuando se le informa de la muerte de su padre al otro lado del Atlántico (Gordo Charlie, criado en Los Ángeles, vive actualmente en Inglaterra), y el descubrimiento de que éste (que había sido siempre motivo de vergüenza para nuestro protagonista, y que murió de un infarto mientras cantaba en un karaoke) no era un humano normal, sino un auténtico dios, de nombre Anansi. El dios de las historias y los cuentos.

A partir de aquí, la novela sigue las andanzas de Gordo Charlie y los descubrimientos (a veces divertidos, a veces terribles) que realizará acerca de su familia, de su antiguo vecindario y de las relaciones entre dioses.
Con un tono desenfadado y una redacción sencilla, Gaiman emula a Terry Pratchett en una novela entretenida que se olvida al cerrar la última página, plagada de referencias mitológicas preexistentes que demuestran, una vez más, que Gaiman es un tipo listo que prefiere la recreación a la originalidad, consiguiendo hacer suyos conceptos que llevan siglos vagando por el imaginario popular.

Quizás a quien nunca haya leído un comic de Neil Gaiman le parezca un sano divertimento para pasar el rato, pero lo cierto es que está muy por debajo de la complejidad, la riqueza temática y el hermoso lirismo que tantas veces alcanzó con “The Sandman”. Quizás porque Gaiman es artista de una sola obra. Quizás porque un comic de 2.000 páginas permite una evolución de personajes y argumentos inabarcables en una obra literaria de 400. Quizás porque ser un buen guionista de tebeos no implica ser un buen escritor de novela, y viceversa.
Ahora regresa al comic con la miniserie “Eternos” de Marvel. Leído el primer número, recién publicado en España, persiste la sensación de que, en lo que a Neil Gaiman se refiere, todo quedó dicho en aquellos maravillosos 75 números de fantasía en estado puro.

Hipopótamos de alambre

Dependiendo del día, el surrealismo puede resultar una actividad estimulante y satisfactoria en una infinidad de niveles o, por el contrario, una críptica experiencia vacía y formalista que nos deja con mirada perpleja y cara de que nos hayan tomado el pelo. Hay, supongo, que saber poner “el chip adecuado” y liberarse de prejuicios contraproducentes porque, inevitablemente, si no se entra en el juego que el artista propone, el que sale perdiendo es siempre el espectador.

“Como un guante de seda forjado en hierro” es surrealismo del bueno. Y digo del bueno porque, en mi modesta opinión, también hay otro surrealismo (al que yo llamaría “del malo”) que además de indescifrable, resulta indisfrutable. Ese surrealismo por amaneramiento, por snobismo, pretendidamente profundo pero que, pese a todo, sólo esconde las carencias de quien se sabe incapaz de estructurar un discurso clásico y debe por ello disfrazarlo en la sinrazón y el onirismo gratuitos.

Muy al contrario, Daniel Clowes se viste en este comic con el traje (y los mimbres narrativos) del cineasta David Lynch (y un poco, también, de David Cronenberg) para contar una historia que se lee con facilidad, que suscita el interés, que no decae y que es disfrutable al ciento por ciento. Incluso aunque al final uno no entienda un carajo de lo que Clowes quiere contarnos.

Como mandan los cánones del “buen” surrealismo, los distintos personajes, situaciones y diálogos que se presentan en esta obra consiguen generar una sensación profunda de malestar y asco, como una buena pesadilla recién horneada por el subconsciente colectivo de la sociedad norteamericana, plagada de policías corruptos y retorcidos, cineastas porno (y de películas snuff) de obvia amoralidad, asesinos hippies de ecos indudablemente mansonianos e iconos pop inmersos en paranoicas teorías de la conspiración.

Lo bueno, además, es saber que Clowes no se tira “el pegote surrealista” para encubrir nada. Su línea es precisa; su estilo, turbador, y su narrativa, precisa y elegante. Además, no es autor que deba, a estas alturas, demostrar nada, pues para quien dude de su capacidad de contar una buena historia algo más convencional, siempre le quedará acercarse al desencantado mundo adolescente de su obra “Ghost World”.

“Como un guante de seda forjado en hierro” es, por consiguiente, una lectura de lo más recomendable, siempre y cuando se tenga uno de “esos” días, claro.

"Nadie escapa de Berlín"

“El buen alemán” (Steven Soderbergh) narra las desventuras de un corresponsal de guerra (George Clooney) en la Berlín “liberada” del año 1945, y su relación con un soldado (Tobey Maguire, radicalmente distinto al papel arácnido al que nos tiene acostumbrados) que deberá ejercer de chofer/escolta del personaje de Clooney y la “novia/prostituta” alemana de dicho soldado (interpretada por Cate Blanchett, también en la cartelera con “Diario de un escándalo”).

A todos los efectos, la película es un homenaje (o plagio confenso) de “Casablanca” de Michael Curtiz. Desde el argumento (lo que hace que resulte previsible por momentos, sobre todo en sus últimas escenas) hasta la estética, milimétricamente recreada al modo del cine de los años 40 (incluso el cartel es de una similitud alarmante), todo recuerda, inevitablemente, al clásico protagonizado por Boogie y la Bergman.
Tal circunstancia deviene en virtud y defecto a partes iguales. Por un lado, resulta encomiable el esfuerzo de producción y, sobre todo, la demostración de gran afecto por parte de Soderbergh al que, supongo, sea uno de sus films de cabecera. En ocasiones, durante el visionado, uno no puede evitar esbozar una sonrisa cómplice al comprobar lo bien que se adapta la película a su mimético cometido (salvo en las dosis de violencia de algunas escenas, que ciertamente hubiesen herido la sensibilidad de los espectadores bienpensantes de hace medio siglo).

Pero, precisamente por la misma razón, la película acarrea un lastre tan contraproducente como resulta el hecho de competir con una de las películas más queridas y mejor valoradas de la historia del cine. Una comparación que, inevitablemente, perjudica mucho al resultado final, lo que conlleva desperdiciar un excelente argumento y un reparto de altura en el mimoso ejercicio retrospectivo de un director consentido que todavía vive de las rentas (en cuanto a supuesto prestigio) que le otorgó la película “Traffic”.

Pese a todo, es un película agradable y muy cuidada. Aunque yo, personalmente, creo que bien valdría más pasar de ella y ver de nuevo a Humphrey emborrachándose y diciendo aquello de…

…no, jodidos, no voy a ser tan cursi de decirlo en esta reseña, ¿por quién me tomáis?

lunes, abril 09, 2007

Óptimo y Primo

Sé que será mala. Lo sé. Pero, habiendo tenido 5 años y habiéndome criado con estos seres de ficción que alegraron mis tardes de pan con nocilla, nadie se extrañará al saber que este trailer ha conseguido regalarme la erección más destacada de lo que va del 2007.

http://www.youtube.com/watch?v=zZp75fWe-ss

(Supongo que algo freudiano se esconde tras todo esto, aunque juro no haber sentido nunca apetito sexual de ningún tipo al ver el tubo de escape de un camión…)

domingo, abril 08, 2007

Maldita locura

A medida que van saliendo los listados oficiales con las novedades que las editoriales van a publicar coincidiendo con el Saló del Comic de Barcelona (reubicado este año en la tercera semana de abril), mi sudor continúa refrigerándose y más y más matas de pelo se me quedan entre los dedos, mientras la taquicardia amenaza con arrastrarme definitivamente al otro barrio.

Está claro que las editoriales quieren llevar al desastre total al mercado nacional. No hay lector que pueda afrontar semejante avalancha, del mismo modo que no hay librero que pueda asumir semejante inversión económica en una misma semana.

Este año, además, será recordado como el del Saló “de lujo”, porque salen ediciones “de lujo”, “integrales” y “absolutes” (términos que quieren decir, todos ellos: recopilatorios en tapas duras y precio superior a 25 €) de prácticamente todo: Corto Maltés, Watchmen, Agujero Negro, Ronin, Top Ten, Malas Ventas, Freddy Lombard, Persépolis, Planetary, Contrato con Dios, Green Lantern/Green Arrow, Kingdom Come, The League of Extraordinary Gentlemen, El lama blanco…

A ello habrá que sumar la salida de todas las series mensuales habituales, más esos tomitos esporádicos de material de WildStorm (Ex Machina, Sleeper), Image (Invencible) o Vertigo (Y el último hombre, Los perdedores, American Virgin, Shade the Changing Man), y los imprescindibles nuevos álbumes de gente como Larcenet, Trondheim o Sfar, que aparecen a traición y todos al mismo tiempo.

Supongo que esto se debe a que los editores tienen del comprador de comics una imagen algo distorsionada: una especie de Amancio Ortega versión friki capaz de invertir en papel dibujado el P.I.B. de un pequeño país sudamericano.

Porque si no, no se entiende. Una locura, vamos. Una maldita locura.

sábado, abril 07, 2007

Para quedarse afónico (como hice yo anoche)

"Es un huracán, profesional, que viene y va,
buscando acción, vendiendo solo amor.
Aniquilar, pasar por encima del bien y el mal,
es natural, en ella es natural.
En tiempo de relax empolva su nariz,
Eloise, Eloise
dolor en tus caricias, y cuentos chinos,
yo seguiré siendo tu perro fiel eeeeel
Mas Eloise es rápida como la pólvora,
serpiente en el Eden,
siempre va a cien
Donde quiera que va,
la bomba de Hirosoma está
a punto de estallar,
peligro no tocar,
sus pechos goma dos y nitroglicerina,
Eloise, Eloise,
dolor en tus caricias,
y cuentos chinos,
yo seguiré siendo tu perro fiel eeeeel
Mi Eloise, amar deprisa,
amar de pie, no sé porque,
me ocultas algo,
tu doble riesgo,
correré, me perderé
La fiebre y el placer, que puedo hacer, se convirtió
en sucio polvo gris,
quien me lo iba a decir.
Con tanta actividad me mortificas sin piedad,
y ya no puedo más, tímida luz de gas
sus pechos goma dos y nitroglicerina, Eloise, Eloise,
tantas noches como te besé, dolor en tus caricias,
tantas veces te maldeciré, y cuentos chinos,
yo fuí atrapado en mi propia red
Como una araña en cautividad, ya no podré escapar"
.
..
...
Tino Casal - Eloise (nostálgico recuerdo de mi infancia)

domingo, abril 01, 2007

This is SPARTAAAAAA!!!!!!!!


Vaya por delante que me flipa el comic de “300”. De hecho, creo que es uno de los mejores trabajos de Frank Miller como autor completo (sospecho que sus mejores guiones son, sin embargo, los que ha dibujado Dave Mazzuchelli).

Así que fui al cine, acojonado y emocionado a partes iguales, para descubrir qué se había hecho de mis espartanos favoritos.

No es que la peli me parezca mala de cojones, porque tiene sus virtudes: visualmente es un puntazo (cada fotograma bien podría ser el nuevo fondo de escritorio de mi ordenador portátil), la fidelidad al espíritu del comic es altísima, las coreografías en las batallas molan lo suyo y Gerard Butler encarna a la perfección al rey Leónidas (no digo que sea un gran actor sino que la traslación del personaje del papel a carne y hueso es prodigiosa).

Por el bando de los defectos, tenemos un metraje original de 50 minutos triplicado en la sala de montaje al ralentizar todos y cada uno de los planos de la película (el conocido “síndrome de John Woo”), una subtrama protagonizada por la reina que se carga el ritmo cada dos por tres (es que era verla en pantalla y ya pensar: “joder, qué coñazo de tía…”), una caracterización del rey-dios Jerjes simplemente bochornosa (la sala entera estalló en carcajadas en varias de sus apariciones, sobre todo en la primera, muy “Queer as Folk”), un uso de los campos de trigo que bordea el plagio (seguro que a Ridley Scott le dio la risa al ver algunos planos de esta peli) y una voz en off pedante, recalcitrante y “cualquier otra cosa que termine en -ante”.


Pero todo esto no sería más que una mera anécdota si la película no me hubiese dado donde más duele: el subtexto. Que, en los tiempos que corren, una película tenga un diálogo tan fácilmente extrapolable al contexto actual como esto: “debemos enviar a nuestras tropas a la guerra antes de que de nuestro país no queden más que ruinas”, sobre todo tratándose de una escena inédita en el comic original (que data de 1997, es decir, pre-guerras de Afganistán e Irak) añadida de forma gratuita en una adaptación diez años posterior, en la que además existe un malvado traidor que habla de la paz como una “medida política”…


Muchos dirán que quiero ver fantasmas donde no los hay, y que estoy mediatizado por opiniones externas, pero juro que durante la primera hora de película, yo mismo pensaba: “Qué exagerada es la peña. De haber una lectura política actual, que no lo creo, yo sólo podría interpretar que los persas son los EE.UU. que avanzan por el mundo invadiendo países, y que los espartanos representan un régimen no democrático que, no obstante, lucha contra el invasor no porque crea que puede vencer, sino porque simplemente se niega a someterse”.


Pero el último tramo de película, al menos a mí, me ha demostrado que, aunque la intención de la película no sea otra que hacer una gran recaudación (cosa que está cumpliendo la mar de bien), el mensaje subyacente es clarísimo… Y el ardor de estómago y la mala uva que me provocó impiden que pueda disfrutar de las mencionadas virtudes de esta peliculilla mediocre.

Pariendo (con dolor)

Como hace eones que no cuelgo nada mío, intento ahora sanear la situación con la primera página del comic que estoy dibujando. Lo cierto es que últimamente no estoy muy productivo. No pienso poner excusas, porque no las hay. Creo que es un problema de capacidad de concentración (no ayuda mucho que el universo entero conspire para desconcentrarme cada vez que me despisto, pero lo cierto es que también yo tengo que poner un poco de mi parte).

Hala, aquí está la página 1 de mi historia de piratillas:

Want Two


The mind has so many pictures
Why can't I sleep with my eyes open
The mind has so many memories
Can you remember what it looks like when I cry
(Rufus Wainwright, "The One You Love")
.
...
.....
Resulta interesante comprobar el fenómeno de la retroalimentación: mi "tía más especial" me recomienda que escuche a un músico, en este caso Rufus Wainwright. Yo me bajo un disco, en este caso el "Want Two" y, sin haberlo escuchado, se lo dejo a Miguel (que es como el gurú musical de mi entorno de amigos), que me lo recomienda efusivamente. Así que yo me lo escucho y, como no podía ser de otra manera, me engancho, para finalmente descubrir que mi "tía más especial" no tenía, justamente, este disco, y acabo dejándoselo yo...