jueves, noviembre 22, 2007

Six feet under (A dos metros bajo tierra)


Después de cinco temporadas y varios meses de mi vida dedicados a esta serie (en el tiempo que he tardado en verla, no he dejado que ningún otro serial televisivo me estropeara la “experiencia integral”), cualquier disertación que pueda hacer acerca de “Six feet under” será, con toda probabilidad, deficiente a la hora de ilustrar el hondo calado que ha dejado en mí. Demasiada gente ha dado ya su opinión sobre esta serie (no hay más que pasarse por la reseña de Filmaffinity y leer los comentarios de los usuarios; o por el magnífico blog Espoiler, para descubrir qué opina al respecto Hernán Casciari, un tipo que sabe de televisión muchísimo más que servidor) como para pensar que mi apreciación cambiará en algo una realidad más que evidente: “Six feet under” es, si no la mejor, una de las mejores series de televisión de todos los tiempos.

Tanto es así que yo recomendaría a quien no sigue mucho este tipo de programas de la caja tonta que le diese una oportunidad, porque es muy probable que dicha persona se sorprenda al descubrir todo lo que un simple espacio catódico de 50 minutos puede aportar a la riqueza personal del individuo.

No es descabellado atribuirle a “Six feet under” ese nivel de excelencia que parece reservado para los Alighieri, Goethe o Shakespeare; Welles, Kubrick o Coppola; Mozart, Beethoven o los Beatles. La obra del productor/director/guionista Alan Ball (le recordaréis por su satírico guión para “American Beauty”, de Sam Mendes) es una cumbre de la cultura popular de nuestra década, que además saca el máximo beneficio posible al formato televisivo por episodios. Podría haber sido una de las novelas más importantes de nuestro tiempo, sin duda, pero Ball es un realizador audiovisual, y así (por fortuna) concibió su opus magna.

Antes de ponerme a verla (gracias a las recomendaciones de Home de Xeo y Bosqueanimado y a la insistencia de mi hermano, que me regaló la primera temporada en DVD por mi cumpleaños), ya había leído y oído mucho sobre esta serie. Demasiado, llegué a pensar. Ocurre con todo lo que despunta. Te lo recomiendan insistentemente, y al final siempre acabas recibiendo menos de lo esperado (seguro que eso le está pasando a mucha gente que se ha enganchado tarde a otras series como “Prison break” o “Heroes”, decepcionantes desde todo punto de vista).

Pero, al menos en mi caso, jamás llegué a imaginarme que “Six feet under” fuera a llegar tan lejos: a través de la cotidianeidad de una familia dedicada al negocio de las pompas fúnebres, la serie aborda todas las inquietudes del hombre desde el principio de los tiempos (amor, familia, paternidad/maternidad, amistad, celos, sexualidad, política, frustración, enfermedad, locura, arte, incesto, vejez, muerte y, sobre todo, vida) de una manera tan directa, sin tabúes, y a la vez elegante, respetuosa y, por encima de todo, inteligente, que es inevitable que, tras cada uno de sus 63 excelentes episodios (los hay buenos, los hay muy buenos y los hay sencillamente perfectos), el espectador se quede dándole vueltas a la cabeza, planteándose una y mil preguntas difíciles acerca de su propia vida y la de quienes lo rodean. En multitud de ocasiones me he visto representado (y también a familiares, amigos y amantes) en cada uno de los distintos personajes que pueblan “Six feet under”, todos ellos tan cercanos, prácticamente vivos, que no me parece descabellado afirmar que conozco a personas reales mucho más inertes y menos enriquecedoras que los seres de ficción de esta serie.

Esto se debe, además de al sobrecogedor trabajo llevado a cabo por el equipo de guionistas, al inmejorable reparto con el que la producción ha contado desde un buen principio. Todos los actores están sublimes en su interpretación, capturando cada uno de los matices que finalmente consiguen que uno llegue a identificar a Nate, David, Claire, Ruth, Rico o Brenda como entidades reales e independientes, mucho más que simples creaciones en la mente de un moderno cuenta-cuentos.

Ciertamente, podría pasarme horas (y cientos de párrafos de esta entrada) analizando pormenorizadamente todos y cada uno de los aciertos que hacen de “Six feet under” una obra única e irrepetible en el campo de la ficción audiovisual (desde la puesta en escena hasta la selección musical o el montaje, todo brilla a gran altura), pero creo más conveniente dejar que seas tú quien lo descubra (si es que no lo has hecho ya), viendo la serie desde el primer episodio y de forma ordenada. No lo lamentarás, créeme. Y cuando llegues al final del último capítulo, a esos últimos diez minutos sencillamente perfectos, posiblemente seas una persona un poco más sabia y con más ganas de vivir.



Aclaraciones (más o menos necesarias):

1) Aunque la serie en su conjunto me parece pluscuamperfecta, es cierto que no es 100% regular: la cuarta temporada es algo inferior a las demás, pero ése es el precio que se paga al disfrutar de las obras de largo recorrido. Por suerte, la quinta es sublime.

2) Si estás pasando una temporada especialmente depresiva, quizás no sea el mejor momento para ver esta serie. No me atrevo a aventurar qué efectos podría tener en una persona que pasa una mala racha. Yo sé que a mí me ha generado una inmensa sensación de bienestar y ganas de vivir, pero yo soy un tío muy especial. Estás advertido/a.

3) No, no he traicionado a “Lost”. Es mi serie favorita y por ahora no va a dejar de serlo. Pero lo cierto es que “Six feet under” ofrece muchas cosas que “Lost” nunca me dará, del mismo modo en que “Lost” aporta elementos imposibles de encontrar en “Six feet under”. Son dos productos muy diferentes (una es una obra maestra del género fantástico y la otra lo es de la ficción realista) y no podría, de forma objetiva, poner una por encima de la otra. Y aún así yo sé que, por la razón que sea, nada me genera tanta expectación e impaciencia como la espera entre temporadas de las aventuras de Jack, Sawyer, Kate y compañía…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aqui estoy!

La sensaciones que genera y la capacidad de transmitir que tiene esta serie son una locura (aunq confieso q abandone alguna temporada) el final es digno de retener en la memoria y visionarlo lentamente, dejandose llevar p su mágia y buen hacer; eso sí con clines, pañuelos de tela y demás elementos varios q sirvan para sonarse (sino q se lo pregunten a nuestro amigo barba gris) :)

P.D:Estoy contigo en el apunte final jiii!!! es q Lost, es mucho Lost, pero no son comparables

Anónimo dijo...

despues de tanto oír hablar de esta serie por fin he conseguido verla !!!
Esto totalmente "accro" !!!! ya he terminado la 1era temporada y buaaa. Me gusta mucho la forma que tienen de hablar de los temas de la vida.
Te identificas con muchos de los personajes y eso si, lloro en casi todos los episodios.
A ver que me reserva la 2a temporada !

Por cierto, larcenet es un dios

Jero Piñeiro dijo...

Anónima: aún no me creo que decidieses saltarte algunos episodios. El último capítulo, pese a sus méritos, no me pareció tan emotivo como otros (el décimo de la quinta, por ejemplo, es un tiro directo al corazón).

Emma: me alegro de que te hayas apuntado al selecto club de "Six feet under". ¿La ves en español, inglés o francés? La segunda temporada es la mejor de toda la serie, en mi opinión. Y sí, Larcenet es un crack ¿Qué has leído suyo últimamente que te lleva a hacer semejante declaración? ¿Acaso ha salido ya el 4º album de "Los combates cotidianos" en Francia? ¡Mantenme informado!