domingo, agosto 24, 2008

Seis grados (y tres magníficos cortos)

Llevaba unos días meditando sobre la “teoría de los seis grados de separación” (que me había refrescado Jose hace poco) cuando súbitamente me encontré en mi fotolog (espacio virtual al que no estimo demasiado pero que me permite mantener contacto más o menos continuo con algunos amigos a los que no veo a menudo) con un mensaje de un desconocido a cuento de la última película de Pixar (la que también tenéis reseñada en la entrada inmediatamente anterior a ésta). Siguiendo el rastro del mensaje, llegué hasta el fotolog del individuo en cuestión y de ahí a su página web.

Os preguntaréis qué hay de interesante en todo esto (habiendo como hay millones de usuarios de fotolog que a su vez tienen millones de webs personales). Pues lo cierto es que hay mucho, y muy interesante.

Roberto Pérez Toledo es un joven director de cortometrajes imbuido de un gran talento y de una sobrecogedora sensibilidad. Cuenta con numerosos premios en su haber y, hasta donde he podido vislumbrar, su carrera como cineasta se presenta sólida y altamente prometedora. Como muestra de todo ello, os dejo los vínculos a tres de sus cortometrajes (que recomiendo ver en el orden en que lo hice yo, y que es el mismo en que los enlazo). Los cortos, pinchando en los carteles:

Si bien los tres son interesantísimos, lo cierto es que el último me ha parecido directamente soberbio, de una madurez (como persona y como cineasta) indudable.

Y me he quedado con las ganas de echarle un ojo a su último trabajo, “Nuestro propio cielo”, que parece estar cosechando un gran éxito en el circuito festivalero y que tiene un trailer muy sugerente (clickando en el cartel).


¿Que qué tiene que ver esto con la “teoría de los seis grados”?

Tomad nota: Jero (es decir, servidor), recibió un mensaje en su fotolog de Roberto Pérez, que a su vez conoce personalmente a Nacho Vigalondo, cuya película “Los cronocrímenes” será reinterpretada por la industria americana en un remake escrito por Timothy J. Sexton, guionista a su vez de “Hijos de los hombres”, la cinta que en 2006 estrenó el mexicano Alfonso Cuarón, quien dirigió a su vez a Gwyneth Paltrow en “Grandes esperanzas”. La Paltrow, por si no lo recordáis, es una de las ex novias de Brad Pitt, actual pareja y padre de los hijos mellizos de Angelina Jolie

Ajá, ajá y ajá. De Jero a Angelina Jolie sólo hay seis grados de separación.


Pero seamos serios. Los laureles de hoy son para Roberto, que muy pronto (pongo la mano en el fuego) será uno de los enfants terribles de nuestro cine. Para ello sólo le resta dar el salto al largo...

¡Mucha suerte!

sábado, agosto 23, 2008

"Más humanos que los humanos"...

...que decía el slogan de la Tyrell Corporation.

A estas alturas, alabar el buen hacer de Pixar en el terreno de la animación 3-D supondría caer en la más burda de las obviedades. Basta haber visto alguna de sus películas (y ya llevan unas cuantas) para darse cuenta de que lo de esta gente es de otro mundo. Los genios de Sillicon Valley son, junto a ese señor japonés que responde al nombre de Hayao Miyazaki, los actuales “galácticos” (entiéndase en el sentido que habitualmente se da a esta palabra en los diarios deportivos) de la animación.



Por eso, y también por las críticas unánimemente positivas que estaba recibiendo, “Wall-E” se prometía como una de las películas más importantes del presente 2008. Y, también por las mismas razones, esta crítica parecerá a ojos del lector mucho más dura e injusta que la opinión que realmente tengo de la última peli de Pixar.


La historia de “Wall-E” nos traslada a un lejano futuro (en el siglo XXVIII) donde apenas existe vida sobre la faz de la Tierra. Exceptuando la presencia de las invulnerables cucarachas, la única criatura “no inerte” es Wall-E, el último robot en activo encargado de la limpieza de la superficie del planeta. Pero todo cambia con la llegada de EVE, un robot de última generación que llega a nuestro planeta en misión secreta. Al conocerse ambos, Wall-E caerá perdidamente enamorado.

El personaje de Wall-E simboliza al modesto macho beta, romántico incurable, buenazo algo patoso al que le tiemblan las piernas (en este caso las cintas tractoras) en presencia del objeto de sus deseos. EVE, por otro lado, es la perfecta representación de la moderna hembra alfa: autosuficiente, segura de sí misma y rotundamente profesional, pero no por ello exenta de la capacidad de enternecerse y divertirse con las payasadas del adorable basurero metálico.


Ambos personajes están llamados a pasar a la historia y convertirse en auténticos iconos culturales no sólo por su inteligentísimo diseño sino (y sobre todo) por su espectacular capacidad para empatizar con el espectador sin decir una palabra y utilizando únicamente el lenguaje visual y corporal (el mayor acierto de toda la película), amén de unos simpáticos ruiditos creados por Ben Burtt (ganador de un Oscar por “E.T.” y autor de las voces de C3PO y R2-D2 en la saga de “Star Wars”).



Es al inicio de la relación entre Wall-E y EVE (durante los primeros cuarenta y cinco minutos de metraje, aproximadamente) donde la película deslumbra con su ingenio, su potencia visual y su espectacular lirismo, sin descuidar ni un segundo la parte humorística. Son tres cuartos de hora simplemente perfectos, donde no sobra ni falta nada. Un lujo cinematográfico comparable a cualquier hito de la historia del séptimo arte, desde “Luces de la ciudad” (no es casual, el sentido del humor de “Wall-E” recuerda poderosamente a la comicidad de Chaplin o Keaton) hasta “El padrino”.

El problema, me temo, es que no había manera posible de continuar la historia de estos adorables robots sin conducirlos a un largo periplo espacial que los instalase en el epicentro de la civilización humana del año dos mil setecientos y pico, alterando drásticamente el status quo de la película. Desgraciadamente, el cambio de entorno y la aparición de personajes humanos (representados de una manera heterogénea que a mí personalmente me chirría un poco) impiden que el resto del metraje alcance los inmejorables resultados del fragmento precedente y provocan que la cinta derive en una fábula ecologista pensada para agradar a todos los públicos que no termina de deshacerse de los tópicos más manidos del cine familiar.

No es que “Wall-E” se convierta, a partir de entonces, en un film mediocre. Nada más lejos de la realidad. Pero sí produce la sensación de estar ante otra estupenda película que se deja arrastrar al “lado oscuro” de Disney, cuando hasta entonces nuestros atónitos ojos creían estar viendo no sólo la mejor y más madura de entre todas las producciones del estudio Pixar (que ya es decir), sino una de las mejores películas (independientemente del género y la técnica cinematográfica en que se quiera encuadrar) en lo que llevamos de siglo.

Se deduce de todo ello que “Wall-E” es una cinta sobresaliente, meritoria de las innumerables alabanzas que está recibiendo, pero ligeramente decepcionante en tanto que podría haber sido el reverso amable y optimista de “2001: una odisea en el espacio”, hablándole de igual a igual a la obra maestra (una de ellas) de Stanley Kubrick, y se conforma, no obstante, con ser otra más de las películas que le guiñan un ojo a HAL-9000 (y al público adulto) al tiempo que Zaratustra suelta su discurso


Y que conste que me ha encantado: he reído, me he emocionado, se me ha puesto un nudo en la garganta y finalmente he salido del cine sintiéndome un poco menos mierda que cuando entré.



UN PAR DE APUNTES (O TRES)

1- Los créditos finales (magníficos) incluyen un estupendo tema musical compuesto al alimón por Randy Newman y Peter Gabriel y cantado por este último.

2- Antes de la película se proyecta el cortometraje “Presto”, absolutamente magistral y descacharrante (podéis verlo aquí, aunque sólo por disfrutarlo en pantalla grande ya merece la pena pagar la entrada del cine).

3- Aunque la segunda parte de la película, abandonada la Tierra, sea inferior a esos ya mentados cuarenta y cinco primeros minutos, todos los robots que van apareciendo siguen siendo maravillosos, mención especial para el incontrolable psicópata rabioso, que me hizo llorar de risa.

miércoles, agosto 20, 2008

Plasta, el primate gafapasta (IV)


25 trailers para un día lluvioso de agosto

Ordeno de menos a más interesante, según criterio puramente subjetivo (el trailer, pinchando en la imagen):

“The Spirit” promete ser la más vergonzosa adaptación de un comic a la gran pantalla. Dirige el dibujante, guionista y ahora cineasta Frank Miller (acreditado como co-director junto a Robert Rodríguez de la muy olvidable “Sin City”, traslación al celuloide de su propio tebeo). A los conocedores de la obra original de Will Eisner el trailer no conseguirá sino provocarles escalofríos (y no de placer, precisamente).



“The Punisher: war zone” supone un nuevo esfuerzo por hacer despegar la franquicia protagonizada por el fascista Frank Castle olvidando la adaptación anterior (bastante reciente), del mismo modo en que se hizo con “El increíble Hulk”. La cosa no pinta nada bien, pero lo cierto es que Punisher es un personaje bastante limitado, más propio de la era Reagan (aquellos violentos y maniqueos años 80) que del siglo XXI, que no ha hecho demasiados méritos para merecerse tanto revuelo.



“Babylon A.D.” es un nuevo intento del actor/realizador Mathieu Kassowitz por instalarse definitivamente en terreno USAmericano, con un Vin Diesel que parece dispuesto a repetir ad nauseam su rol de Riddick (héroe de la modesta y resultona “Pitch Black” y de la desdeñable “Las crónicas de Riddick”). Si yo fuera Kassovitz, después de dirigir “El odio” y protagonizar “Amelie” me habría arrojado a las vías del tren para morir estando en la cumbre. Pero quién soy yo para juzgar el instinto de supervivencia de nadie…



“The strangers” se presenta como la alternativa simplista y enmascarada del “Funny games” de Haneke, convenientemente prefabricada y digerida antes de ingerir para alegrarle la vida al espectador que acuda en compañía de una buena moza a la que poder echar el brazo por encima de los hombros. No obstante, el trailer consigue inquietar, lo cual le otorga al menos un mínimo beneficio de la duda.



“Max Payne” podría ser la adaptación más susceptible de ser tomada en serio de un video-juego al cine, aunque habrá que esperar para saberlo. Por lo de pronto, visualmente parece muy cercana al espíritu del original (lo cual no es necesariamente bueno ni malo, sino todo lo contrario).


“Mirrors” es el intento por parte de Alexandre Aja de hacernos creer que Jack Bauer puede ser asustado (¡ja!). Aunque siendo el realizador del turbador remake de “Las colinas tienen ojos”, quizás sí consiga hacernos pasar un mal rato al resto de los mortales (me pregunto si Jack Bauer es realmente un mortal…)

“Bolt” es la nueva respuesta por parte de Disney al arrollador éxito de las producciones animadas de Pixar, Dreamworks y compañía. La división de animación digital de Disney no me hace mucho tilín, pero el trailer es divertido y la premisa argumental me ha gustado. Veamos ese guión…

“Pride and Glory” tiene a Edward Norton como protagonista, así que solo por eso ya se asegura mi paso por caja. Uno que es débil, qué le vamos a hacer.


“Defiance” es lo nuevo de Edward Zwick, un tipo muy dotado para las labores audiovisuales que suele hacer peligrar sus films al abusar del ternurismo barato y la moralina innecesaria. Pero como Daniel Craig está a la alza y a uno nunca le desagrada ver morir a unos cuantos nazis malvados, tal vez consiga mejorar los resultados de sus anteriores trabajos.


“Harry Potter and the half-blood prince” será la sexta entrega de una saga que, cuando crees que ya está dando sus últimos coletazos, te sorprende con el anuncio de una nueva entrega (la octava) que no estaba en los planes de ningún espectador. Debería ser más oscura que las precedentes (y esperemos que mejor que la inmediatamente anterior, decepcionante desde todo punto de vista).


“Vicky Cristina Barcelona” es la españolada de Woody Allen. Me gusta Woody Allen. Algunas de sus películas me parecen auténticas obras maestras. Dudo que ésta lo sea, pero a los genios hay que darles un margen, y Woody Allen se ha ganado a pulso esa deferencia.


“Australia” nos trae de vuelta a Baz Luhrmann, ausente en las carteleras desde su celebrada “Moulin Rouge”, que marcó profundamente a toda una generación de espectadores gracias a una banda sonora de infarto y un aspecto visual tan epiléptico como acertado. Me pica la curiosidad, aunque es un poco decepcionante saber de antemano que Hugh Jackman mantendrá el adamantium escondido durante todo el metraje…



“Star Trek” no es una saga que me vuelva loco, pero he de reconocer que el nombre de J.J.Abrams y la voluntad de traer aires nuevos a la franquicia me han puesto los dientes largos. Quizás sea la cinta que me ayude a conectar con mi lado “trekkie”, quién sabe… (por cierto, éste es un teaser, no un trailer propiamente dicho)



“Terminator: salvation” podría suponer el regreso de la saga creada por James Cameron a lo más alto… o podría no serlo, claro. Después de una tercera parte abominable, ver al excelente Christian Bale (este tipo está en todas partes últimamente, tengo miedo de abrir un día la cortina de la ducha y encontrármelo enjabonándose con un suavizante capilar al extracto de camomila) asumiendo el rol de John Connor me confiere no pocas esperanzas. Esperemos que no sean en vano.



“What just happened?” es una comedia de Barry Levinson con un reparto de impresión: Robert de Niro, Sean Penn, Bruce Willis, Robin Wright-Penn, John Turturro, Catherine Keener, Stanley Tucci…


“Rocknrolla” es el regreso de Guy Ritchie (Mr. Madonna, para más señas) a lo que mejor (o lo único que realmente) sabe hacer: cine cool con gangsters de medio pelo (“Snatch”, “Lock, stock & two smoking barrels”). El trailer promete mucha diversión y un humor negrísimo, así que habrá que estar atentos…


"Body of lies” será la cuarta colaboración de Russell Crowe con el director Ridley Scott (aunque no la última, ya están trabajando otra vez juntos en "Nottingham" junto a -sí- Christian Bale), aunque el papel protagonista recae en Leonardo Di Caprio, aquel melindroso Jack de “Titanic” que hoy en día es uno de los intérpretes más solventes del cine americano. Con Scott la calidad plástica del producto está asegurada, así que esperemos que cuente también con un guión a la altura.


“Blindness” es la adaptación del “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago al cine. La idea, a priori, no me seduce demasiado (no fui capaz de terminar el libro, no soporto el estilo literario del portugués), pero Fernando Meirelles es un fenómeno (“Ciudad de dios” y “El jardinero fiel” así lo atestiguan), así que cualquier cosa que lleve su firma estampada caerá irremediablemente en la saca.


“Tropic thunder” es la segunda película de Ben Stiller como director. Después de la descacharrante “Zoolander”, mis expectativas están muy altas. Si a eso le sumamos un Robert Downey Jr. haciéndose pasar por negro, las risas están garantizadas.



“Valkyrie” es lo ultimo de Bryan Singer, artífice en gran medida del actual boom de las adaptaciones de tebeos de super-héroes a la gran pantalla (con la interesante “X-Men” y su brillante secuela “X-2”) y director de una de las películas más inolvidables de la década de los 90, “Sospechosos habituales”. Protagoniza Tom Cruise, personificando al coronel nazi que intentó asesinar a Hitler en 1944. Cruise no es santo de mi devoción (salvo cuando está a las órdenes de Paul Thomas Anderson), pero el resto de factores de la ecuación prometen.



"Burn after reading" es la nueva comedia de los hermanos Cohen (recientemente galardonados con varios Oscar por su excelente "No es país para viejos"). Gran reparto, mucho sentido del humor y un argumento divertidísimo: un agente de la CIA olvida un CD con información confidencial en el vestuario de un gimnasio y el dueño del local lo encuentra y decide sobornarlo...


“W” es el ataque frontal de Oliver Stone al hombre más poderoso (y uno de los más odiados) del mundo, George W. Bush. Sólo por la enormidad gonadal que este proyecto pone de manifiesto, Stone (que anda un poco de capa caída) ya se merece todos mis respetos. Protagoniza Josh Brolin, a priori todo un acierto.



“Appaloosa” es la segunda película de Ed Harris como director tras “Pollock”, que recibió muy buenas críticas. Además del propio Harris, Viggo Mortensen, Jeremy Irons y Renée Zellweger protagonizan la violenta historia de dos amigos contratados para proteger una ciudad sin ley que vive aterrorizada por un mezquino terrateniente. Entre “Deadwood”, “3:10 to Yuma” (¿que protagoniza quién? ¡Exacto: Christian Bale!) y esto, supongo que ya podemos darle oficialmente la bienvenida a un nuevo amanecer en la historia del western (y esperemos que esta vez haya vuelto para quedarse, porque me fascina el género…)


“Che” podría ser la película por la que Steven Soderbergh y, sobre todo, Benicio del Toro, pasen a formar parte de la historia dorada del cine: un larguísimo biopic (más de cuatro horas) sobre una de las figuras políticas y culturales más destacadas del siglo XX, que recibió grandes aplausos en Cannes, donde se proyectó de forma íntegra, y que (por desgracia) se exhibirá comercialmente en dos partes. Tras tanto robo de casinos y demás polladas, ardo en deseos de comprobar si aún queda en Soderbergh algo del buen hacer que demostró en su estupenda “Traffic”. Siendo así, estaremos de enhorabuena.



“The curious case of Benjamin Button” viene firmada por David Fincher, uno de los mejores directores americanos de los últimos quince años, quien ya ha demostrado holgadamente su dominio del lenguaje cinematográfico en películas tan destacadas como “Seven”, “El club de la lucha” o “Zodiac”. Me espero lo mejor.


El sueño de una tarde de verano


domingo, agosto 10, 2008

Una vez

“(…)
Falling slowly, eyes that know me
And I can't go back
Moods that take me and erase me
And I'm painted black
You have suffered enough
And warred with yourself
It's time that you won
(…)”


Tomen lápiz y papel y apunten tres nombres: John Carney, Glen Hansard y Markéta Irglová.

Ellos tres son los artífices de “Once”, película musical que viene a demostrar (una vez más) que el buen cine no se hace con grandes presupuestos, caras conocidas y megalomaníacas campañas de marketing. Lo que cuenta es el talento. Y estas tres personas, un director y dos músicos/actores, lo tienen a espuertas.

“Once” narra la historia de Glen, músico callejero (además de reparador de aspiradoras en el negocio de su padre), y Markéta, inmigrante checa que vende rosas en la calle (e hija de un violinista, que le enseñó a tocar el piano). Ambos se conocen fortuitamente en Dublín y de su encuentro surge una sinergia apabullante, tanto en el plano musical como en el puramente emocional.

Y ya está. Ése es todo el argumento del film.

Porque “Once” no es una película complicada. Está rodada con cuatro duros, utilizando iluminación natural y actores amateurs. Estoy convencido de que las localizaciones son los negocios y hogares del círculo de amistades de Carney, Hansard e Irglová. La banda sonora está interpretada utilizando los instrumentos mínimos que emplea cualquier formación de pop-rock actual (por modesta que ésta sea) y el trabajo de dirección es tan sencillo como efectivo (si quieres presentar a dos personajes hablando en un café, plantas la cámara delante de ellos y dejas que reciten sus diálogos, así de simple).

Lo que hace que “Once” se meriende con patatas a “Chicago”, “El fantasma de la ópera” o “Sweeney Todd” (por poner tres ejemplos recientes de musicales hipertrofiados) es un repertorio de canciones sencillamente perfecto y una capacidad desbordante de transmitir sentimientos. Y ambos factores, al igual que los personajes que protagonizan la película, estarían cojos el uno sin el otro. Las composiciones de Hansard e Irglová son bellísimas, pero por sí solas no justificarían la existencia de una película (sí, por supuesto, de un excelente álbum de música). El argumento, la historia de amor/amistad/conexión (quizás ésta sea la palabra más importante, “conexión”) entre los protagonistas, responde a un patrón visto ya una y mil veces (tiene muchos puntos en común, por ejemplo, con la también brillante “Lost in translation” de Sofia Coppola) y sería insuficiente si fuera el único pilar sobre el que se edificase la película. Pero juntas, música e historia consiguen un prodigio de conexión (de nuevo la palabra clave) con el espectador, que por momentos no puede dar crédito al hecho de que algo tan sencillo, tan simple y atávico, consiga despertar su romanticismo más oculto y anegar su incrédulos ojos con la neblina que precede a la lágrima.

“Once” te hace reír, te hace pensar, te pone un nudo en la garganta y te hace soñar. Te llena los oídos con canciones hermosas y, cuando acaba, hace que te apetezca descolgar el teléfono para llamar a ese ser querido y decirle simplemente “hola”, o “te quiero”, o “ven y abrázame”.

“Once” es cine escrito con minúsculas que resuena en letra capital.




[Por cierto, la canción que abre esta entrada es “Falling slowly", uno de los mejores temas de la B.S.O., que además acompaña a una de las escenas clave de la película. Ganó el Oscar a la mejor canción original en la edición de 2008.]

"Noticias frescas, noticias breves..."

Hacía tiempo que no me pasaba a leer Hipersonica (uno de esos blogs a los que hay que estar atento a poco que te guste la música) y acabo de darme un empacho de noticias.

- Para empezar, el nuevo disco de Metallica, “Death magnetic”, saldrá el 12 de septiembre. Ya se ha podido escuchar algo en directo (suena a Metallica, gracias al cielo) y ¡HABRÁ UN “UNFORGIVEN III”! Veremos qué sale de todo esto…


- Enrique Bunbury ha hecho pública la portada y el set list de su nuevo elepé, “Hellville deluxe”. Un disco que, por mi parte, cae fijo, pues soy un gran fan del ex-vocalista de los Héroes del Silencio. Anotad, niños y niñas: 7 de octubre.


- Damon Albarn (Blur, GorillaZ y la formación en ciernes Carousel) monta una ópera en mandarín sobre “Viaje al Oeste”, el poema clásico chino que inspiró “Dragon Ball”. Se titulará “Monkey” y aunque no hay fechas confirmadas en España, al menos podremos disfrutarla en DVD y CD. Suena harto interesante (y además últimamente estoy muy en sintonía con Albarn, así que…)


- El nuevo disco de U2, que podría llamarse “No line on the horizon”, saldrá el 14 de noviembre, y es otro que seguro irá para la saca. En este vídeo (que es de todo menos definitivo) podría intuirse la dirección de este nuevo trabajo…

Abecedario personal: N de "New born"

“Link it to the world,
link it to yourself…”

Con estos dos versos de la canción “New born” (y el maravilloso teclado de aires góticos que los precede) comenzó mi historia de amor con Muse.

Nos regaló esta canción David “Mosto”, compañero de residencia universitaria, a Lincoln Barrows y a mí una noche de domingo, en el primer trimestre de mi primer año de carrera (hay cosas que no se olvidan). Así descubrí yo aquel disco, “Origin of simmetry”, que era el segundo del trío de Devon pero que para mí era lo más nuevo del cosmos musical.



Yo venía de una época de instituto marcada por el rock de los 70 donde no cabían los alardes electrónicos del mundo moderno, pero Muse cambió mi forma de entender la música. Servidor jamás había escuchado una guitarra con tanta distorsión que sonase tan bien. La melodía era perfecta, pegadiza pero imposible de aburrir. Y el cantante (yo aún no sabía que aquel semi-dios se llamaba Matthew Bellamy) modulaba la voz como sólo un ángel podría hacerlo. Pero en “Origin of simmetry” había mucho más: “Plug in baby”, “Bliss”, “Feeling good” o “Citizen erased” (posiblemente mi canción favorita de la banda, aunque eso depende mucho del humor que tenga ese día) se convirtieron, inevitablemente, en clásicos básicos de mi rutina musical diaria.

Un año después, llegó a aquella misma residencia universitaria un gélido caballero que con el tiempo se convertiría en uno de mis principales confidentes, camaradas y hermanos de frikerio, y que además traía bajo el brazo un nuevo álbum de los británicos: “Absolution”.


Aquello fue aún más memorable, si cabe. Recuerdo pasarme tardes enteras dándole vueltas al disco en el reproductor del Peli, mi compañero de habitación; y las noches en que me dormía (o me desvelaba) con el piano sublime de “Butterflies and hurricanes”. Recuerdo caminar por los pasillos de la residencia chasqueando los dedos al ritmo de “Time is running out”, y dar la bienvenida al fin del mundo en la estruendosa “Apocalypse please”.

Fue aquel el momento en que sentí la necesidad de volver sobre la trayectoria de la banda, enganchándome de nuevo al “Origin of simmetry” y redescubriendo tal y como se merecía el primer CD del grupo, “Showbiz”, que incluye joyas como “Sunburn”, “Muscle museum”, “Unintended” o la canción que da nombre al disco.


Pero lo mejor (si es que podía existir algo mejor) aún estaba por llegar, y lo hizo en el verano de 2006. Se llamaba “Black holes and revelations” y era el cuarto disco de estudio de la banda. El single de presentación, “Supermassive black hole”, había decepcionado a todo el mundo, y la espera posterior hasta la salida del álbum fue tensa y estuvo cargada de desconfianza. La gente que pudo escucharlo antes que yo coincidía en que no era un trabajo a la altura de los precedentes, que habían perdido el norte, que ya no eran lo que habían sido (curiosamente, es lo mismo que dicen muchos al principio de cada nueva temporada de “Lost”, para finalmente descubrir que es tan buena o mejor que las anteriores).

Servidor sólo necesitó tres días de recogimiento y calabazas en la isla de Ons para comprender que aquel era uno de los discos de su vida y que “Knights of Cydonia” y “Map of the problematique” eran dos de las mejores canciones que Matthew había compuesto a lo largo de su breve (hasta el momento) pero intensa trayectoria musical.


Los incrédulos que tanto habían criticado “Black holes and revelations” en un primer momento se vieron obligados a capitular tras aquel ya antológico concierto que tuvimos la suerte de presenciar en Madrid en octubre de 2006 y que demostraba que los temas del nuevo disco eran auténticas bombas atómicas musicales. Aquel decepcionante primer single, “Supermassive black hole”, era ahora una de las canciones más celebradas de su directo.

Lo último de Muse ha sido “HAARP”. Desde luego, es el disco que más he escuchado en lo que va de 2008 y difícilmente algún otro podrá arrebatarle ese título en los meses que quedan, porque lo he disfrutado tantas veces y tan intensamente que ya ha marcado una nueva etapa en ésta, nuestra historia de amor, que comenzó hace ya siete años con un teclado recurrente y dos versos que aún hoy consiguen erizarme los pelillos de la nuca:

“Link it to the world,
link it to yourself…”

Plasta, el primate gafapasta (III)


(Mil disculpas si algún lector del blog se siente aludido, jajaja...)

viernes, agosto 08, 2008

Viñetas desde o Atlántico 2008

Por primera vez en once años no voy a poder asistir al salón del comic "Viñetas desde o Atlántico", uno de los más destacados de la geografía española y posiblemente el más agradable de visitar (en tanto que presta más atención al comic como medio artístico que como actividad mercantil). El nivel de los autores invitados a esta edición es tan alto como en las ocasiones precedentes. Los afortunados que acudan al festival (que se celebrará en la ciudad de A Coruña entre los días 11 y 17 de agosto) tendrán la oportunidad de conocer a personalidades tan destacadas del noveno arte como Paco Roca, Howard Cuse, Oliver K, Daniel Acuña, David Aja, Catel Muller, José-Louis Bocquet o el gran Solano López (co-creador junto a Oesterheld del clásico del comic argentino "El Eternauta"), entre otros.

Además, aprovecho para recomendar a todo el mundo que no deje de visitar la exposición sobre la revista "Retranca".

El cartel de este año es obra de Jean-Louis Tripp, co-dibujante junto a Loisel de la serie "Magasin général" e invitado del año anterior.

Para más información sobre las charlas, exposiciones y demás, no dudéis en visitar el blog oficial de "Viñetas desde o Atlántico".

jueves, agosto 07, 2008

Vampiros en la HBO

Se ha estrenado en USA el episodio piloto de "True blood", la nueva serie de Alan Ball que comenzará a emitir de forma regular a partir del 7 de septiembre la cadena HBO. La historia trata sobre la convivencia entre humanos y vampiros, una vez éstos se han revelado al mundo como reales.

Con estos datos en mente, servidor tenía grandes esperanzas puestas en la serie (no conviene olvidar que Ball es el creador de esta maravilla, que las producciones de la HBO poseen una media de calidad prácticamente insuperable y que el vampirismo es un tema que, bien tratado, puede dar mucho de sí).

Pero las primeras reacciones no auguran nada bueno, lo cual resulta verdaderamente decepcionante. Aquí tenéis las impresiones de Hernán Casciari en Espoiler (el mejor blog sobre televisión en lengua castellana), y aquí una reseña para la edición digital de "El mundo".

Está claro que la veré tan pronto como algún alma caritativa le acople unos subtítulos en castellano, pero realmente no me esperaba unas primeras críticas tan nefastas...


Como diría Rick: "siempre nos quedará The wire".

miércoles, agosto 06, 2008

El señor de la noche contraataca

Pido perdón por la confusión que pueda generar el título de esta entrada. Existe un tebeo de Frank Miller y Lynn Varley que se titula (al menos en una de sus ediciones españolas) “DK2: El señor de la noche contraataca”, y que es una abominable secuela de uno de los mejores comics de super-héroes de todos los tiempos, “El regreso del señor de la noche”. Pero esta entrada no hará más alusión que la previa a ese tebeo. Lo que sucede es que ayer tuve la oportunidad de ver al fin “The dark knight”, la esperadísima secuela de “Batman begins”, y cuando salí del cine el primer pensamiento que cruzó mi mente fue: “El imperio contraataca”.

Al igual que ocurrió en la saga original de “Star Wars” (cuando “Star Wars” era CINE, con mayúsculas, y no “Sensación de vivir” con sables láser), esta segunda entrega de la trilogía de Batman es más oscura, más intensa y saca mejor partido de los personajes, elevándolos a un nuevo nivel dramático.



“Batman begins” supuso, hace tres años, una alegría para todos aquellos que alguna vez hemos disfrutado de un tebeo del hombre murciélago. Después de dos películas notables a cargo del esperpéntico Tim Burton, la saga había caído en manos del vergonzante Joel Schumacher, que con “Batman Forever” y “Batman y Robin” consiguió hundir la imagen que el gran público (precisamente aquel que no conoce los comics) tenía del protector de Gotham. La Warner (productora de las películas y propietaria de DC Comics, editorial que posee los derechos del personaje) se vio entonces en la obligación de hacer borrón y cuenta nueva si quería seguir exprimiendo la (otrora) gallina de los huevos de oro. Christopher Nolan fue el director elegido para un nuevo proyecto que actualizaría el concepto y narraría de nuevo (mejor dicho, por primera vez en la gran pantalla) la génesis del personaje sin tener en cuenta las cuatro películas precedentes.

Si bien “Batman begins” no era un film sobresaliente, contenía la esencia pura de lo que una película protagonizada por Batman debía ser. El casting fue acertadísimo: Christian Bale resultó tanto el Bruce Wayne como el Batman definitivos; Gary Oldman parecía no interpretar a Jim Gordon, sino sencillamente ser Jim Gordon; Michael Caine, Morgan Freeman, Tom Wilkinson y Liam Neeson conformaban un excelente plantel de secundarios (los cuatro son grandísimos intérpretes que ya nada tienen que demostrar) y Cillian Murphy conseguía dar vida a un convincente Espantapájaros. Tan sólo Katie Holmes parecía fuera de lugar entre un reparto que, a todas luces, le venía grande. El guión, en comparación con los de las anteriores películas de la franquicia, resultaba maduro y convincente, manteniendo la pureza del concepto original y recreando algunos de sus factores clave (los gadgets, el entrenamiento, la bat-señal) sin que resultaran ridículos ni pareciesen estar fuera del tono realista del film. Sus grandes “peros” eran una obvia descompensación del ritmo y la escasa experiencia de Nolan como director de escenas de acción, que en la mayoría de los casos se saldaron con un montaje confuso que impedía apreciar lo que realmente estaba ocurriendo en pantalla. Con todo, los fans del hombre murciélago tenían buenos motivos para estar contentos; más aún gracias a aquel final que vaticinaba una inminente secuela en la que el villano no sería otro que el Joker (posiblemente el mejor villano de entre todas las galerías de villanos de todos los super-héroes que existen).

Empleando “Batman begins” como firme base sobre la que seguir reconstruyendo la leyenda cinematográfica del hombre murciélago, la gran duda era si Nolan y compañía conseguirían lo que a muchos les parecía imposible: hacernos olvidar aquel memorable Joker de Jack Nicholson (en el primer “Batman” de Burton) y conseguir mantener (o incluso elevar) el nivel de calidad.

Vista “The dark knight”, puedo afirmar sin ningún género de dudas que ambos propósitos han sido holgadamente cumplidos. Magna cum laude, diría yo.


Posiblemente el primer aspecto que salga a colación en cualquier conversación venidera sobre “The dark knight” sea el trabajo que llevó a cabo en la película el actor Heath Ledger, desgraciadamente fallecido antes del estreno. Obviamente, para una gran mayoría el interés en su interpretación estará inequívocamente ligado al morbo puro y duro, pero lo cierto es que su Joker es sencillamente impresionante. Kilométricamente alejado de la imagen pop (y rematadamente kitsch) con que Nicholson dotó al príncipe del crimen en 1989, Ledger se hunde profundamente en la psicosis del personaje, dando vida a un auténtico monstruo que no resulta simpático en casi ningún momento (reconozco haberme reído con su “truco de magia”), sino directamente grotesco y terrorífico. El Joker de “The dark knight” es el gatillo con que el caos se dispara en las calles de Gotham; un agitador de la parte más irracional, primitiva y anárquica del ser humano. Su finalidad no es el poder, el dinero o la gloria. Busca la degeneración de una moral que, según él, no es más que fachada. Es un corruptor de las mentes bienpensantes que utiliza la televisión como púlpito y el C-4 como comunión (lo cual enlaza con una de las ideas más importantes que subyacen bajo todo el argumento de la cinta: el pánico a los atentados en las grandes metrópolis americanas y la guerra contra el terror). Es obvio que el referente empleado por Christopher Nolan, David S. Goyer y Jonathan Nolan a la hora de escribir las intervenciones del Joker en el guión de “The dark knight” fue la interpretación que Alan Moore hizo del personaje en “La broma asesina” (magnífico tebeo ilustrado por el también magnífico Brian Bolland).

Pero por mucho que Ledger vaya a llevarse póstumamente todos los aplausos, no sería justo dejar que su labor ensombreciera la de aquellos actores que ya estaban en “Batman begins” y que consiguen mejorar lo ya visto en ésta, dando una imagen más rica y compleja de sus respectivos personajes. Christian Bale vuelve a brillar de nuevo como Bruce Wayne (adoro las escenas en que se presenta como un millonario frívolo con un toque excéntrico) y a hacer “esa cosa tan guay” con la voz cuando se enfunda el traje de murciélago. Gary Oldman está, de nuevo, sublime como Jim Gordon. Michael Caine tiene menos minutos que en la película precedente, lo cual no quita que siga siendo el mejor Alfred que pudiera imaginarse, y Morgan Freeman simplemente se deja llevar por un personaje al que dota de gran peso con sólo un par de intervenciones en pantalla.

A ellos hay que sumar las intensas interpretaciones de los recién llegados Aaron Eckhart, soberbio Harvey Dent (sobre todo mientras “solo” es Harvey Dent) y Maggie Gyllenhaal, que sustituye a Katie Holmes en el rol de Rachel Dawes superándola con creces, componiendo un personaje más creíble y empático, pese a resultarme tan poco atractiva físicamente como la señora de Tom Cruise.

Los grandes aciertos de “Batman begins” siguen presentes en “The dark knight”. Algunos, como la excelente banda sonora de James Newton Howard y Hans Zimmer, apenas han necesitado retoques (salvo un par de temas, como el correspondiente al personaje del Joker). Funcionaba perfectamente en la primera entrega y vuelve a hacerlo del mismo modo en ésta, potenciando el sentimiento épico y oscureciendo el componente dramático de la historia.


La dirección ha mejorado mucho. Nolan se muestra más confiado en las escenas de acción (curiosamente hay menos que en “Batman begins”, pero mucho más satisfactorias) y demuestra que lo suyo no son los super-héroes, sino el thriller y el suspense. “The dark knight” no tiene el tratamiento de un blockbuster de acción, sino el de un gran drama policíaco-criminal al estilo del “Heat” de Michael Mann. El uso de los efectos especiales por ordenador es muy contenido, lo cual ayuda a otorgarle una sensación de veracidad muy valiosa de cara al resultado final, y pese a que hay grandes tiroteos y descomunales escenas de destrucción urbana, Nolan nunca parece perder la perspectiva de que su cine se apoya en los personajes y su drama, no en meros fuegos de artificio.

En oposición a “Batman begins”, el ritmo de “The dark knight” es intensísimo, sin bajones a lo largo de sus dos horas y media de metraje. De hecho, podría decirse que es incluso demasiado intenso. Desde esos cinco magistrales primeros minutos de arranque hasta el épico fin de fiesta, la película es una auténtica montaña rusa, un frenético devenir de acontecimientos que no permite ni un segundo para ir al baño a mear esa coca-cola que has comprado a la entrada del cine. Apenas puede uno respirar (y ya digo que no es porque haya mucha acción, sino porque hay mucha narración). En “The dark knight” pasan muchas cosas. Muchísimas. Y todas ellas bastante impredecibles, la verdad (al menos tanto como permite el hecho de adaptar situaciones que aquellos que conozcan el comic ya saben que tienen que verse inevitablemente reflejadas en la película).

Después de todo lo dicho hasta ahora, el lector supondrá que nos encontramos ante un film de diez, si bien eso no es en absoluto cierto. “The dark knight” es una película magnífica, vibrante y totalmente absorbente, pero no es una cinta perfecta. La transformación psicológica del personaje de Harvey Dent resulta algo forzada (lo exige el argumento, es verdad; pero algo chirría en esa conversación que mantiene con el Joker antes de la traca final) y, aunque el guión es estupendo, sigue persistiendo cierta ausencia de sutileza en los diálogos que ya resultaba reprochable en “Batman begins”. Todo se dice de forma demasiado explícita, quizás porque nos hallamos, no conviene olvidarlo, ante una película con clara vocación comercial. Y al gran público hay que darle las cosas bien masticaditas, no sea que tenga que pensar demasiado.


Pero, ¡qué demonios! Se trata de la mejor adaptación al cine de un comic de super-héroes (superando, esta vez sí, al “Superman” de Richard Donner) y posiblemente de la segunda o tercera mejor adaptación de un tebeo (sin restricción de géneros) a la gran pantalla.

Así que, merecidamente, “The dark knight” ya forma parte de la historia del CINE.





DOS APUNTES:

1) Tengo que verla una segunda vez cuando regrese a España. La vi en V.O. en un cine de Bruselas, donde ponen al mismo tiempo los subtítulos en francés y flamenco en pantalla (algo un poco lioso, la verdad), por lo que la experiencia no fue todo lo redonda que podría haber sido si los subtítulos hubiesen estado en castellano o inglés. De todos modos, estoy convencido de que mi opinión sobre la película no empeorará cuando vuelva a verla. Lo más probable es que incluso mejore…


2) Le tenía un poco de “cosa” a esa bat-moto que salía en los trailers y en alguna imagen promocional. Es el tipo de cosas que suelen usarse para vender muñequitos articulados y explotar las posibilidades mercantiles de esta clase de producciones, pero que no funcionan muy bien dentro de la lógica interna de la película. Contra todo pronóstico, no solo me ha gustado mucho la forma en que es utilizada, sino que además tiene todo el sentido del mundo (dentro del repertorio de gadgets de Batman, claro).