martes, julio 30, 2013

El sonido de Albión

Miles Kane ha encontrado su lugar en el mundo: tras formar parte de tres proyectos musicales diferentes (los fugaces The Little Flames y The Rascals y los exitosos The Last Shadow Puppets, junto a Alex -Arctic Monkeys- Turner), el británico debutó en solitario y bajo su propio nombre con el notable “Colour of the trap”, un álbum que ponía el acento en el rock de la vieja escuela y que contenía singles tan redondos como “Rearrange”  y (sobre todo) “Come closer”. Su siguiente trabajo, el EP “First of my kind”, traía bajo el brazo una de mis canciones favoritas del 2012, y recientemente Kane ha publicado un segundo larga duración, “Don’t forget who you are”, en el que pule la fórmula de su sonido para posicionarse definitivamente como uno de los más prometedores compositores pop del momento.


Con tan sólo 27 años y una imagen desvergonzadamente mod que homenajea/imita a su ídolo Paul Weller, Kane logra en este nuevo disco algo que parece muy fácil cuando se escucha pero que está sólo al alcance de unos pocos: presentar 11 singles potenciales que suenan como algo que has conocido toda la vida pero que, maravilla, no se había publicado jamás. Con ecos innegables de los buques insignia de la British Invasion y de la primera hornada del britpop (con Oasis a la cabeza), Kane construye rutilantes melodías que se instalan en el cerebro desde la primera escucha y estribillos pegajosos como un chicle en la suela del zapato. Lo hace sin complejos, con letras directas ajenas a artificios, y sin pretender ser algo más de lo que es: pop-rock desenfadado, capaz de transmitir esa energía jovial que acompañe a las piernas al aire y las altas temperaturas de la estación estival; algo que sin duda descubrirá todo aquel que tenga la fortuna de presenciar su contundente directo.


Y así, desde la distorsión que abre “Taking over” hasta el “gotta be ready for it” que cierra “Darkness in our hearts”, pasando por los lalala’s del tema titular, los elegantes violines de “Out of control” (tan Gallagher ella) o el ritmo bailongo de “Tonight”, “Don’t forget who you are” se postula en poco más de media hora como uno de los discos más divertidos y reescuchables que he descubierto a lo largo del presente curso. Porque no inventa nada (ni falta que hace), pero combina a la perfección los elementos que han definido una de las corrientes musicales y culturales más celebradas del último medio siglo: Dios salve al pop británico.

domingo, julio 28, 2013

Aquellas monstruosas juergas universitarias

Si uno analiza con cierto detenimiento la filmografía del estudio Pixar descubrirá que cada trabajo firmado por la compañía de John Lasseter incide en un género o temática cinematográfica diferente. Pese a las evidentes dosis de humor y aventuras que definen la producción del estudio, no es difícil advertir que “Los Increíbles” es la peli de super-héroes de Pixar, “Wall-E” la de ciencia-ficción, “Cars 2” la de espías, “Brave” la de fantasía medieval y así más o menos con todas. La particularísima visión que Pete Docter, Lee Unkrich y David Silverman propusieron de los códigos del terror en “Monstruos S.A.” (exacto: la peli de miedo de Pixar) toma en su precuela, “Monstruos University” (qué gracioso que traduzcan sólo la mitad del título), derroteros radicalmente distintos: los de esa retahíla de comedias universitarias que va de “Desmadre a la americana” y “La revancha de los novatos” a “American Pie”.
 

El debut en el largometraje del realizador Dan Scanlon, que había dirigido a cuatro manos junto a Lasseter el corto “Mate y la luz fantasma”, nos traslada al primer año de facultad del cíclope paticorto Mike Wazowski, novato de la Monstruos University decidido a convertirse en el mejor asustador de todos los tiempos. En su primer día de clase conocerá al fanfarrón James Sullivan, descendiente de un linaje de célebres asustadores, y, pese a que el espectador ya sabe que años después serán amigos inseparables, las diferencias entre ellos los convertirán en un primer momento en enemigos declarados.


No es el más original de los argumentos, pero Pixar no necesita más para asentar las bases de un guión inteligente que contiene acción, muchísimo humor y una profunda humanidad capaz de llegar al corazoncito de grandes y pequeños. ¿Se puede hacer una precuela con un planteamiento diferente al film original, con sentido dramático propio y que no tire únicamente del carisma de unos personajes ya conocidos? ¿Se puede escribir una comedia universitaria que mueva a la carcajada sin recurrir a manidos tópicos sexuales y al humor escatológico? ¿Se puede, por el camino, deslizar una moraleja universal carente de moralina, y reflejarla con una claridad expositiva desarmante? La respuesta a estas preguntas es “Monstruos University”.


El resto es más o menos lo que uno ya se espera de Pixar: perfección formal, toneladas de inventiva y una precisión narrativa a prueba de bombas. Que la crítica no la haya recibido con un aplauso unánime sólo confirma que a estas alturas al estudio de Sillicon Valley no se le exige menos de 10, y cuando la cosa se queda en un 8 es momento de sacar las hoces y las antorchas. Servidor, a mil años luz de la decepción, recomienda hacer caso omiso a todo aquel que raje de la comedia universitaria de Pixar, y acudir al cine sin prejuicios, con ganas de echarse unas buenas risas y abierto a la posibilidad de que una peli ¿para niños? le ofrezca un par de sabias lecciones sobre la vida.

lunes, julio 15, 2013

Into boredom

Aún a riesgo de que se me acuse de “hater”, debo decir que lo que J.J. Abrams ha hecho con la franquicia “Star Trek” me parece un rollo patatero. Tal consideración no se debe a mi predilección absoluta por el universo “Star Wars” antes que por la saga ideada por Gene Roddenberry, puesto que, fútbol aparte, yo siempre he sido de los que no ven problema alguno en disfrutar tanto de Marvel como de DC, de los Beatles y los Stones o de las rubias y las morenas. Siempre que estén bien hechas, no hay asomo de prejuicio en mi opinión sobre las aventuras de Kirk, Spock y el resto de tripulantes de la USS Enterprise, y menos cuando se trate del trabajo del creador de “Lost” y director de una de mis películas favoritas de los últimos años, “Super 8”.

Póster molón. De cuando el hype estaba por las nubes.

Al igual que su inmediata antecesora, “Star Trek: Into darkness” (“En la oscuridad” en España) posee un estupendo arranque que, guiño a “En busca del Arca Perdida” mediante, le pone a uno en situación. Abrams y sus guionistas de confianza Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon (no, please no!) Lindelof se las arreglan para, en apenas diez minutos, reintroducirnos en el universo trek, presentarnos al elenco principal y establecer el tono de la historia: aventuras para todos los públicos con algo de bicherío intergaláctico, unas pinceladas de humor blanco y la búsqueda constante del sentido de la maravilla. Tras el intenso prólogo viene la prometedora presentación del villano de la función, un tal John Harrison (jugando al despiste nolaniano) encarnado por el espléndido actor británico Benedict Cumberbatch (protagonista de “Sherlock”, secundario en “El topo” y voz del dragón Smaug en la próxima entrega de “El Hobbit”)… y ahí se acaba lo bueno. Más o menos.


Ni la fantástica (como es costumbre) banda sonora de Michael Giacchino ni la lustrosa puesta en escena logran que “Into darkness” resulte algo más que un blockbuster funcional que encadena situación al límite tras situación al límite para ocultar el hecho de que tiene muy poquito que contar. Y lo poquito que tiene que contar (el origen de Harrison y sus motivaciones, por ejemplo) está muy mal desarrollado: ¿tanto costaba sustituir el monólogo de Cumberbatch por un flashback explicativo?

El protagónico Sr. Spock (Zachary Quinto) y la desaprovechada teniente Uhura (Zoe Saldana).

No me cabe duda de las buenas intenciones del film, salpicado por constantes guiños a la retrocontinuidad de la saga, pero uno se aburre de ver a este reparto escasamente carismático (se salva Zachary Quinto, aunque yo le cortaba el flequillo) correteando por el puente de mando y discutiendo constantemente sobre quién debe sacrificarse por el bien mayor en la siguiente escena. Todo es tibio y predecible: los apuntes cómicos me dejan indiferente, las situaciones de supuesta amenaza apenas motivan un leve arqueo de ceja y el capitán Kirk paleto encarnado por Chris Pine me cae rematadamente mal (no me lo creo ni como estratega ni como humanista ni, si me apuras, como seductor).

El capitán James T. Kirk (Chris Pine) y una rubia maciza aleatoria que pasaba por allí (dice IMDb que la actriz se llama Alice Eve).

Tan sólo el clímax emocional del film, ultimatización desvergonzada (para regocijo del trekkie histórico) del de “Star Trek II: la ira de Khan” ofrece cierto atisbo de profundidad dramática. Pero no es suficiente para salvar un proyecto de 190 millones de dólares que sabe más a episodio televisivo sin trascendencia que a gran super-producción veraniega. Que la crítica cibernáutica le ponga ojitos y la califique como uno de los mejores films palomiteros del 2013 (¡ja!) es otro de esos misterios irresolubles que rodean al infinito mundillo virtual. ¡Ah, internet, la última frontera…!

domingo, julio 14, 2013

It's NOW! or never

No es la primera vez y me temo que tampoco será la última: me digo a mí mismo que se acabó el comprar tebeos de grapa, fugaces entregas mensuales del macrofolletín interconectado que es/son el/los universo/s superheroico/s; porque son una inversión estúpida, habida cuenta de la tendencia cada vez mayor por parte de las editoriales patrias a recopilarlo todo en tomos (de lujo, para más inri) apenas uno ha terminado de leerse la saga de turno en su primigenia edición en cuadernillos de 24 páginas; porque existe además la opción, poco noble pero enormemente práctica, de seguir en “formato digital” (las comillas implican calavera y tibias) las cabeceras a ritmo USAmericano y luego esperar tan contento al tomito en tapa dura de rigor. Pero supongo que soy un bobo y un romántico, porque siempre vuelvo a caer.

Esta vez Marvel Comics (y de rebote Panini, la editorial que publica en España al estudio-de-cine-que-todavía-imprime-tebeos) no ha tenido más que cambiar a sus autores punteros de colección (como si alguien todavía ignorase que son los editores quienes realmente dirigen creativamente el cotarro), renumerar cabeceras y anunciar la maniobra con la palabra “NOW!” junto a su logo de toda la vida.


¿Resultado? Jero ahora colecciona cinco nuevas series mensuales (que podrían convertirse en nueve a poco que el menda se deje seducir por los cantos de sirena de Jonathan Hickman al frente de la franquicia Vengadora, por el “Capitán América de Rick Remender y por los “Guardianes de la Galaxia de Bendis y McNiven) y siente la necesidad de compartir sus primeras impresiones con sus (asumo) cada vez más escasos lectores: un caso típico de blogger en proceso de desintoxicación que vuelve a recaer, también, en eso.

Dichas impresiones, claro, a continuación:


Indestructible Hulk


¿Por qué he picado? Porque el guionista Mark Waid está haciendo un trabajo fascinante en “Daredevil” (que no entra en esta lista porque en España está siendo publicada directamente en tomos) y porque el goliat esmeralda me parece un personaje con un potencial enorme siempre que el escritor al mando intente pensar “outside the box” (¿cuál es la traducción más apropiada para esta expresión en nuestro idioma?).


Lo que me gusta: la nueva actitud proactiva de Bruce Banner, cansado de esconderse del mundo cuando podría usar su intelecto para convertirlo en un lugar mejor. La intención de Waid de llevar al personaje en un tour por las cuatro esquinas del Universo Marvel, desde la sumergida Lemuria hasta el helado Jotunheim.


Lo que no me gusta: por ahora la serie no ha hecho más que presentar un planteamiento prometedor y rellenar los huecos con el clásico (y repetitivo) “Hulk aplasta”. Leinil Yu, dibujante del primer arco argumental, es un notable ilustrador pero también un narrador algo confuso. Por ahora no hay viajes en el tiempo.





Imposibles Vengadores


¿Por qué he picado? Porque dibuja John Cassaday (“Planetary”, “Astonishing X-Men”) y porque Rick Remender consigue las mayores y más húmedas erecciones por parte del núcleo ya-de-por-sí duro de seguidores del universo Marvel, motivo por el cual he decidido darle también una oportunidad a su trabajo pretérito en “Imposibles X-Force” y “Veneno”… pero ésa es otra historia y deberá ser contada en otro momento.


Lo que me gusta: la idea de unos Vengadores comprometidos con la causa mutante. El villano escogido para propiciar la unión entre héroes. Cassaday dibujando a Thor. Viajes en el tiempo (o algo así).


Lo que no me gusta: en estos primeros números Cassaday no está a la altura de sus mejores trabajos. Por otro lado, todavía no he calado a Remender, pero por momentos me parece más un fan al que han dejado utilizar los mejores juguetes de la guardería que un guionista profesional con un plan sólido a largo plazo.




La nueva Patrulla-X


¿Por qué he picado? Porque se trata de Brian Michael Bendis haciendo algo inesperado tras más de una década jodiendo la marrana escribiendo las principales series de los Vengadores. Bendis era un tipo fiable a principios de los 2000 (ahí están “Alias”, “Powers”  o su “Daredevil” para atestiguarlo) y se echó a perder entre macro-sagas y crossovers de los Héroes Más Poderosos de la Tierra. Si se centra de nuevo y recupera sus mejores virtudes (diálogos divertidos, caracterización de personajes) puede hacer una etapa memorable al frente de los mutantes. Bueno, y por Stuart Immonen, un dibujante de supers como la copa de un pino.


Lo que me gusta: por ahora Bendis se está dedicando a los diálogos divertidos y la caracterización de personajes (¡bien por él!). Viajes en el tiempo. Las reacciones de los inocentes X-Men originales al descubrir cuán trágico y desesperado es su futuro. Stuart Immonen.


Lo que no me gusta: la certeza lampedusiana de que tarde o temprano tendrán que meter al genio en la botella y deshacer todo el entuerto espacio-temporal devolviendo a la vieja Patrulla-X a donde pertenece.





Lobezno y la Patrulla-X


¿Por qué he picado? Por Jason Aaron, uno de los mejores guionistas norteamericanos del momento. Si no has leído “Scalped”, ya tardas: corre a comprarlo.


Lo que me gusta: aventuras frescas y desenfadadas protagonizadas por un elenco casi ilimitado de mutantes adolescentes liderados/educados por Lobezno y Kitty Pryde. Aunque no se parece en absoluto a “X-Statix” (vale, sí, aquí también sale Doop), me recuerda a la serie de Milligan y Allred en su capacidad para sorprenderme con decenas de ideas por episodio sin salirse de los estrechos márgenes de la continuidad oficial. Además, sospecho que tarde o temprano tendremos viajes en el tiempo.


Lo que no me gusta: la cantidad de números asociados al crossover “Vengadores Vs. X-Men”, que ralentizan notablemente los planes de Aaron para la serie. Chris Bachalo, pésimo narrador que a partir del mentado evento editorial es sustituido como dibujante oficial (que no permanente) de la cabecera por el espléndido Nick Bradshaw (discípulo evidente de Arthur Adams).





Thor: Dios del Trueno


¿Por qué he picado? Jason Aaron again. ¡He dicho corre, así que... CORRE!


Lo que me gusta: épica nórdica mezclada con sense of wonder de escala cósmica. Que por ahora la trama se presente autocontenida y, sobre todo, alejada del aspecto más super-heroico y mundano del personaje. Dioses mutilados y desollados en los confines de la creación. Viajes en el tiempo. Y Esad Ribic volviendo a Asgard tras su espectacular trabajo en la miniserie “Loki”.


Lo que no me gusta: si acaso, la certeza de que Ribic no será capaz de mantener el ritmo mensual que una serie como ésta requiere. Aparte de eso, por ahora, nada.