viernes, enero 31, 2014

Dioses pop y monstruos pulp

Paul Pope tenía un sueño: publicar para DC Comics una nueva cabecera de Kamandi, el personaje creado por Jack Kirby, orientada hacia lectores jóvenes; recuperar al público original del tebeo de super-héroes homenajeando de paso a una de sus figuras fundacionales. La editorial, sin embargo, le dijo al autor de “100%” que nanai, que el lector al que se dirigen ahora sus tebeos se parece más a Sheldon Cooper (treinta-y-tantos, soltero, coleccionista compulsivo con un profundo conocimiento de todos los errores de continuidad del universo DC post-Crisis) que al chavalín que compra “Naruto”, “One Piece” o, ya puestos, “Scott Pilgrim”. Digan lo que digan las cifras de mercado. Pope decidió entonces pasar de Kamandi y de DC (y del parque de atracciones) y se hizo un Juan Palomo relanzando el proyecto desde cero, ahora con plena libertad creativa, y llevándolo a las librerías a través de la casa independiente First Second Books. El resultado es “Battling Boy”: lo más parecido al comic de super-héroes perfecto para grandes y pequeños.


Lejos de densas metarreflexiones y profundas disecciones de la psique del enmascarado, las aventuras de este niño-dios enviado por su padre a la Tierra (pero no a la nuestra, sino a otra poblada por monstruos y plagada de tecnología retrofuturista) para poner a prueba su condición heroica ofrecen todo aquello que uno podría esperar del género en su estado quintaesencial: divertidas aventuras, poderes fascinantes, peleas imposibles, imaginación desbocada y un genuino sentido de la maravilla.


En otras circunstancias, “Battling Boy” hubiera sido mi serie de dibujos favorita de los sábados por la mañana cuando tenía 8 años; y 12; y también 16 (yo vi dibujos los sábados por la mañana hasta que llegué a la universidad). De hecho, el tema de los poderes totémicos del Chico Batallador recuerda un poco a “Ben 10”, un programa muy majo protagonizado por un niño que se transmuta en distintos avatares alienígenas. Leo ahora “Battling Boy”, en viñetas, a mis 30 tacos, y me sigue pareciendo el mejor plan posible para una mañana de sábado tirado en el sofá.


Durante su disfrute, uno reconoce sensaciones familiares, ecos de otras lecturas precedentes: desde el derroche de creatividad del “Thor” de Lee y Kirby (el mundo del que proviene el Chico Batallador tiene mucho del Asgard marvelita) hasta la visceral energía de “El Héroe” de David Rubín (otro que también ha sabido reformular magistralmente los códigos del género), todo ello impregnado del regusto inteligentemente infantil del “Bone” de Jeff Smith.


Tampoco se trata de buscar una fórmula concreta del éxito. Es más: juraría que eso es lo contrario de lo que hace Pope en este tebeo. Porque “Battling Boy”, pese a su respeto por los arquetipos y los lugares comunes (algo deliberado, buscado por el propio autor), sigue siendo un comic 100% personal. Un proyecto con vocación comercial hecho con cariño y dedicación por un artista (que no un artesano) con alma de outsider. Se nota que el dibujante, afincado en Nueva York, lo da todo en cada uno de sus trabajos, ya sean creaciones independientes como “Heavy Liquid” o publicaciones para las majors como “Batman: Año 100” o aquellas estupendas planchas protagonizadas por Adam Strange en “Wednesday Comics”.


Esta dedicación y este disfrute personal se dejan notar en el admirable trabajo gráfico que redondea la propuesta de Pope. Su trazo suelto y expresivo, su gusto exquisito al componer la página, su fabuloso uso de los colores planos y su narrativa dinámica hacen de cada página un puñetazo en la mirada del lector. Ni siquiera el reducido formato en que la obra ha visto la luz (antes de acordarse de las madres de los responsables de la edición española, DeBolsillo, conviene saber que la original norteamericana también es más pequeña que un comic-book al uso) logra menguar el atractivo visual de este “Battling Boy” destinado a convertirse, ya desde los primeros compases de 2014, en uno de los tebeos del año.

Y mucho ojo con el primer spin-off de la serie: una precuela guionizada por Pope y dibujada por David Rubín titulada "The rise of Aurora West".

viernes, enero 24, 2014

El camino del exceso

El hombre medio no desea que le digan si el mercado es alcista o bajista. Lo que desea es que le digan, de forma específica, qué valor comprar o vender. Quiere algo por nada. No desea trabajar. Ni siquiera desea pensar”.

Jesse Lauriston Livermore


Está de moda arrepentirse de los excesos y criticar las drogas que te hicieron tan feliz”.

Mick Jagger


De la generación de directores que renovaron el cine norteamericano durante la década de los 70, posiblemente Martin Scorsese sea el único que mantiene su energía creativa intacta. Francis Ford Coppola y Brian de Palma no levantan cabeza desde los tiempos de “Dracula de Bram Stoker” (1992) y “Atrapado por su pasado” (1993), respectivamente. Michael Cimino permanece maldito para la industria desde el batacazo de “La puerta del cielo”, allá por 1980, y George Lucas acaba de vender su imperio galáctico para retirarse y contar sus monedas de oro cual Tío Gilito mientras deja en manos de Disney y J.J. Abrams la misión de sanear la deteriorada imagen de “Star Wars” tras los fallidos Episodios I, II y III. Mucho más reivindicable es el papel de Steven Spielberg en el actual cosmos cinematográfico pero, por entretenidas que hayan resultado “La guerra de los mundos” y “Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio”, es preciso remontarse hasta el año 2002 para encontrar la última gran película de su filmografía hasta la fecha: “Atrápame si puedes”. Scorsese, sin embargo, prosigue incansable en su tarea de entregar futuros clásicos para las generaciones venideras, y sólo hay que echar un vistazo a su producción en el siglo XXI para comprender por qué hablamos de una leyenda más viva que nunca: “Gangs of New York” (2002), “El aviador” (2004), “Infiltrados” (2006), “Shutter Island” (2010) y “La invención de Hugo” (2011) certifican su buen estado de forma, y a ellas acaba de unirse “El lobo de Wall Street”, recién estrenada en las pantallas de nuestro país.


Por si no habéis reconocido el patrón, ahí va una pista: Leonardo DiCaprio. El antiguo ídolo forracarpetas ha protagonizado todas las películas de Scorsese en el presente milenio a excepción de “La invención de Hugo”. De hecho, prácticamente podría decirse que ha sido la confianza puesta en el actor por parte del responsable de “Taxi driver” lo que ha elevado a DiCaprio desde el estatus de yogurín congelado (en “Titanic”) hasta su reconocimiento (casi) generalizado como uno de los intérpretes más talentosos de su generación.


En “El lobo de Wall Street”, el eterno candidato al Oscar da vida a Jordan Belfort, agresivo corredor de bolsa que a finales de los 80 inicia una desenfrenada carrera de estafas bursátiles regada con ingentes dosis de drogas, sexo y consumismo de altos vuelos (helicóptero de recreo incluido). Belfort es un personaje real, con un breve cameo en los compases finales de la cinta, y es precisamente su libro de memorias el que ha servido como base para el libreto firmado por Terence Winter, guionista y productor de “Los Soprano” y creador de “Boardwalk Empire”. Dada la relación previa tanto de Scorsese como de Winter con las historias de mafiosos, no es casual que la estructura narrativa de “El lobo de Wall Street” recuerde a algunos títulos fundamentales del género. La voz en off del protagonista, que rompe la cuarta pared y narra su ascenso y posterior caída en un larguísimo flashback, remite tanto a “Uno de los nuestros” como a “Casino”, mientras que el plantel de disparatados secundarios que rodea a Belfort en sus tropelías bien podría haber salido de alguna de las teleseries que Winter ha firmado para la HBO.


El frenesí narrativo con el que Scorsese menea la cámara entre las filas de brokers de la firma milmillonaria Stratton Oakmont parece fruto de una sobredosis de cocaína, manifestando un desenfreno audiovisual como no se recordaba en la filmografía del cineasta desde los días de “Al límite”. El exhaustivo trabajo de edición llevado a cabo por Thelma Schoonmaker, montadora habitual (y prácticamente en exclusiva) de Scorsese, consigue que estas tres horas de sexo, drogas y dinero en cuentas suizas nunca levanten el pie del acelerador. A la media hora de comenzar la proyección me entraron ganas de mear y tuve que aguantarme hasta que empezaron a correr los títulos de crédito porque no podía despegar los ojos de la pantalla. Lo cual no significa, claro, que Scorsese y cía. no pudiesen haber contado exactamente la misma historia empleando 20 ó 30 minutos menos.


¿Acaso importa, cuando el resultado es tan alocadamente divertido? Las aventuras químicas y sexuales de Belfort, ambientadas con versiones punk de Simon y Garfunkel, poseen el atractivo irresistible de un cruce entre el “Wall Street” de Oliver Stone y una de esas películas norteamericanas de universitarios salidos (“American Pie” y derivados) escrito por la gruesa pluma de Seth McFarlane, el creador de “Padre de familia”. De forma deliberada, la película resulta engañosamente hortera, sexista e infantil porque así es como se describen sus protagonistas según su comportamiento: como una pandilla de adolescentes que han descubierto que cuando tu fortuna personal tiende a infinito, los únicos límites para tus acciones son los que tú mismo decidas imponerte. Esta ligereza, esta comedia por la comedia sin grandes reflexiones ni enseñanzas vitales, podría ser entendida como el gran pero de “El lobo de Wall Street”, aunque quizás ese handicap sea fruto de los apriorismos con los que el espectador aborde el material y no de la propia película, que nunca engaña a nadie en sus intenciones: conseguir arrancarnos una carcajada tras otra a lo largo de 179 minutos.


Paradigmático de todos los aciertos y excesos del film resulta el titánico esfuerzo interpretativo de un Leonardo DiCaprio histriónico y desatado, a medio camino entre su sádico personaje en “Django desencadenado” y el trabajo corporal del maestro del slapstick Jim Carrey (y a la descacharrante escena del Club de Campo me remito). Si alguna vez dudé de la vis cómica del protagonista de “El gran Gatsby”, me trago alegremente mis palabras y pido una segunda ración. Ayuda también, por supuesto, que la estrella indiscutible de la película aparezca rodeada por un plantel inmejorable de secundarios: desde el sorprendente Jonah Hill, en uno de los roles más bizarros de su carrera, hasta la despampanante Margot Robbie, convincente en su faceta de mujer trofeo, pasando por un magistral Matthew McConaughey, capaz de lograr en apenas cinco minutos que uno desee que le den el Oscar el próximo 2 de marzo (incluso aunque sea por una cinta diferente, “Dallas buyers club”).


Supongo que a estas alturas nadie espera que la última película de Martin Scorsese vaya a ser la mejor de su carrera. Nominaciones y galardones aparte, decir que “El lobo de Wall Street” mantiene el nivel de su filmografía previa me parece una razón más que suficiente para recomendarla a todo aquél que busque una comedia salvaje carente de moralejas hipócritas y un ejercicio exuberante de narrativa cinematográfica y talento interpretativo.

miércoles, enero 22, 2014

Colaboración con ECC Ediciones: "Astro City: Puertas abiertas"

La editorial ECC Ediciones acaba de hacer públicas sus novedades para el mes de marzo, y junto a las habituales series mensuales y algunas reediciones tan imprescindibles como el "Ronin" de Frank Miller y Lynn Varley o el inicio de "La Cosa del Pantano" de Alan Moore, Stephen Bissette y John Totleben, puede encontrarse el primer tomo recopilatorio de la nueva encarnación del "Astro City" de Kurt Busiek, Brent Anderson y Alex Ross, ahora publicada bajo el paraguas del sello Vertigo de DC Comics.


Este volumen, titulado "Puertas abiertas", recopila los primeros números de la reciente serie regular y será publicado en formato cartoné (manteniendo, asumo, una continuidad con los ocho tomos publicados en el pasado por Norma Editorial). Además, cuenta con un texto teórico y una contraportada firmados por un servidor: tratándose de mi trabajo preferido de Kurt Busiek, podéis imaginaros qué satisfacción más grande me produce esta última colaboración (hasta la fecha) con ECC Ediciones.

lunes, enero 20, 2014

Top 10: mis comics favoritos de 2013

En lo relativo a los tebeos, 2013 fue el año de mi gran reconciliación con el mainstream superheroico. El trabajo de escritores tan solventes como Jason Aaron, Rick Remender, Jonathan Hickman o Mark Waid, a los que se unieron dibujantes de primera fila en el proyecto/relanzamiento Marvel NOW!, consiguió que un servidor volviese a disfrutar como un enano con colecciones y personajes a los que tenía completamente perdida la pista. Después de tanto tiempo sin acercarme al formato, volví a devorar compulsivamente las grapas que Panini publica en nuestro país, y hasta acabé el año recibiendo con los brazos abiertos a uno de esos crossovers/eventos que habitualmente me producen urticaria: “Infinity”. Pesa mucho en esta vuelta al redil marvelita la excelente labor de reedición que la editorial italiana está haciendo de algunas de las mejores etapas que los tebeos de superhéroes hayan vivido jamás: “La imposible Patrulla X” de Claremont, Byrne y compañía, “El asombroso Spider-man” de Lee y Romita, “Los Cuatro Fantásticos” de Lee y Kirby o “El poderoso Thor” de Walt Simonson pueden encontrarse ahora en las librerías españolas en gruesos tomos recopilatorios que representan el cénit de una forma de entender el género. Por el lado de la Distinguida Competencia, el 2013 ha sido algo más discreto. Pese al compromiso de recuperación de títulos imprescindibles por parte de ECC Ediciones (tebeos como “Watchmen”, “V de Vendetta”, “The Sandman” o “All-Star Superman” siempre deberían estar disponibles), la mayor parte del material que me interesa lo tengo ya en ediciones anteriores, y reconozco que de los Nuevos 52 de DC ahora mismo sólo sigo con mediano interés el “Batman” de Scott Snyder y Greg Capullo y las aventuras de Wonder Woman escritas por Brian Azzarello y dibujadas por Cliff Chiang y Tony Atkins. Dentro del subsello Vertigo las cosas están demasiado tranquilas, me temo, y pese a cabeceras tan interesantes como “The Unwritten” y “American Vampire”, no encuentro una serie regular que signifique para mí lo que en su momento supusieron títulos como “Predicador”, “Los Invisibles”, “100 Balas” o “Scalped”. De hecho, parece que es Image Comics, con el incombustible Robert Kirkman a la cabeza, quien se ha llevado el gato al agua en lo que respecta a la fantasía, el terror y la ciencia-ficción para adultos.

Volviendo al tema de las reediciones, es imperativo alabar la determinación de EDT al recuperar esa obra absolutamente imprescindible del tebeo español que es “Hombre” de Ortiz y Segura; su lectura en el momento actual le provoca a uno escalofríos por lo relevante de sus apocalípticas predicciones. El recopilatorio de “Creepy” dedicado a Richard Corben fue otro de los platos fuertes del año, y uno desearía que alguna editorial autóctona hiciese idéntico esfuerzo por recuperar la obra completa del artista oriundo de Kansas (¿os imagináis un recopilatorio en cartoné y a gran tamaño de “Den”?). Mención aparte merece la publicación en castellano, por fin, del alabado “El rayo mortal” de Daniel Clowes: poco importa que un servidor apenas conecte con el autor de “Ghost world”; ningún tebeo con tantos reconocimientos debería permanecer vedado al público hispanohablante durante una década.

Por supuesto, un año más descubro que son tantos los tebeos que me interesan y que no he leído como los que finalmente sí he podido disfrutar. Entre mis lecturas recientes hay tres ausencias destacadas que me propongo remediar en cuanto buenamente pueda: “La colmena” de Charles Burns, “El libro de los insectos humanos” de Osamu Tezuka y esos tentadores recopilatorios que EDT está publicando con las enfermizas historias cortas de Shintaro Kago. Jim Woodring (“La cuerda del laúd”), Manu Larcenet (“Blast”), Kengo Hanazawa (“I am a hero”) o Joe Hill y Gabriel Rodríguez (“Locke and Key”) tendrán que esperar todavía un poco más. Desgraciadamente, la fórmula dinero/tiempo/espacio en las estanterías resulta más aterradora que la ecuación de la Antivida que tanto obsesiona al amigo Darkseid.

Pero basta de cháchara: se supone que esto es una lista. Aquí están mi diez comics favoritos (excluyendo reediciones) publicados en España a lo largo de 2013. Lean, juzguen y condenen mi dudoso criterio:


10 - Los muertos vivientes (Robert Kirkman / Charlie Adlard)

(Reseña en el Abismo AQUÍ)



9 - Thor: Dios del trueno (Jason Aaron/Esad Ribic)

(Reseña -o algo- en el Abismo AQUÍ)



8 - The League of Extraordinary Gentlemen. Century: 2009 (Alan Moore / Kevin O'Neill)

(Reseña en el Abismo AQUÍ)



7 - Beowulf (Santiago García / David Rubín)



6 - Los proyectos Manhattan (Jonathan Hickman / Nick Pitarra)



5 - Imposibles X-Force (Rick Remender / Varios dibujantes)

(Reseña en el Abismo AQUÍ)



4 - Invencible (Robert Kirkman / Ryan Ottley / Cory Walker)

(Reseña en el Abismo AQUÍ)



3 - Aama vol. 3: el desierto de los espejos (Frederik Peeters)




2 - Punk Rock Jesus (Sean Murphy)



1 - Los surcos del azar (Paco Roca)


viernes, enero 17, 2014

A propósito de los Coen

"Si no es nuevo y nunca envejece, entonces es una canción folk."

Llewyn Davis


Fieles a sus obsesiones, con “A propósito de Llewyn Davis” los hermanos Coen introducen en su filmografía a otro de sus entrañables perdedores. El retrato del músico ficticio que da título al film, aspirante a cantautor profesional en el neoyorkino Greenwich Village de principios de los años 60, es un ejercicio cinematográfico tan coeniano como uno podría esperarse: mezcla de patetismo, humor seco como la tos e inesperadas situaciones kafkianas; pero también de una honesta tristeza que lo inunda todo y de una comprensión profunda de los resortes del alma humana.


Oscar Isaac encarna con convicción a este Llewyn Davis, trasunto del músico real Dave Van Ronk y primo lejano del profesor gafe de “Un tipo serio”, que se siente tan perdido como Garfunkel sin su Simon tras quedarse huérfano de compañero artístico y que trata de hacerse un hueco como solista en una industria musical que, entonces casi tanto como ahora, prefiere el dinero rápido del hit inofensivo antes que una voz personal con algo que decir. El camino al infierno está asfaltado con buenas intenciones, y en su homérico viaje hacia ninguna parte Davis conocerá a toda suerte de músicos, representantes, ginecólogos y animales domésticos que pondrán a prueba su paciencia, su integridad artística y la determinación necesaria para perseguir su sueño hasta las últimas consecuencias.


Bruno Delbonnel, director de fotografía de la célebre “Amelie” de Jean-Pierre Jeunet, pone por primera vez su paleta de colores a disposición de los realizadores de “Fargo” y “El gran Lebowski” para iluminar una Nueva York invernal en la que el frío cala hasta los huesos a ese músico vagabundo sin abrigo ni un céntimo en el bolsillo, que recorre la ciudad, guitarra y felino en mano, buscando a cualquiera que le ofrezca un sofá en el que pasar la noche. Pero al contrario que Sixto Rodríguez, el poeta maldito para el que todo el mundo tiene una palabra amable en el estupendo documental “Searching for Sugar Man”, Llewyn Davis va gastando sus últimos cartuchos y cerrándose las puertas de amigos, amantes y simples conocidos a medida que se hunde más y más en el reconocimiento de su propia derrota.


No conviene engañarse: ésta es una película firmada por Joel y Ethan Coen y eso significa que, de todo el surrealista zoológico folk que la puebla, probablemente el personaje más antipático (por cobarde, interesado y mentiroso) sea el propio Llewyn. Conseguir que nos identifiquemos con él, a pesar de los pesares, es uno más de los grandes aciertos de un film que se beneficia, por descontado, de un reparto de pesos pesados (nadie lo es más que el actor fetiche de los hermanos, John Goodman) y de una banda sonora de lujo, encabezada por el delicioso “Fare thee well” que Marcus Mumford (de los ídem & Sons) comparte con el propio Isaac en una de las primeras escenas de la cinta.


El inimitable sello autoral de los Coen convierte a “A propósito de Llewyn Davis” en uno más en su larga lista de clásicos inmediatos. También, por consiguiente, en otra película destinada a ganarse el aplauso de sus incondicionales y la apatía de todos aquellos que aún no han sabido conectar con su nihilista visión del universo. Lo que está claro es que la carrera por los Oscar le queda muy lejos al bueno de Llewyn: sería casi un sacrilegio que esta poética oda al fracaso acabase triunfando en los premios más caprichosos y convencionales de la industria del entretenimiento. Con permiso de los Grammy latinos, por supuesto.

lunes, enero 06, 2014

Top 10: mis películas favoritas de 2013

Comentaba el otro día, en el encabezado de mi lista de discos preferidos (o lo que fuese) de 2013, que el año pasado fue muy satisfactorio a nivel personal pero poco fructífero en el aspecto musical. Por suerte no ha pasado lo mismo, o al menos no en la misma medida, con el cine. 2014 ha sido un año bastante decente en cuanto a estrenos cinematográficos y, como ya es tradición, toca ahora repasar los diez títulos que más me han gustado del pasado curso; títulos estrenados en España entre el 1 de enero y el 31 de diciembre. Como ocurre cada año, conviene recordar que uno no ha visto todo el cine que se ha estrenado y que es por ello consciente de que entre lo no visto bien podrían estar varios films que merecerían un puesto en el ranking, deplazando a algunos de los presentes. Cintas como “La gran belleza”, “Rush”, “Antes del anochecer”, “Capitán Phillips”, “Blue Jasmine”, “La caza”, “Spring Breakers” o “Sólo Dios perdona” están convenientemente anotadas en mi lista de películas pendientes de visionado, así que no sería tan descabellado que de aquí a un par de meses mi 2013 cinematográfico adquiriese un cariz muy diferente. Hay en este listado, por otro lado, dos ausencias destacadas, las de “Amor” de Michael Haneke y “La cabaña en el bosque” de Drew Goddard. La razón es que, aunque ambas películas se estrenaron oficialmente en nuestro país a lo largo de 2013, ya habían sido proyectadas en el ciclo compostelano Cineuropa a finales de 2012, lo que me llevó a incluirlas en el top 10 de aquel año. Como son dos films fascinantes, cada uno a su manera, no quiero dejar pasar la ocasión de recomendarlos encarecidamente una vez más, convirtiendo este top 10 en un top 12 encubierto.

Y, ahora sí, mis diez favoritas (digamos) oficiales:

10 - El consejero



9 - Stoker

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



8 - Monstruos University

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



7 - El hombre de acero

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



6 - Pacific Rim

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



5 - La vida de Adèle

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



4 - 12 años de esclavitud



3 - The Master



2 - Gravity

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



1 - Django desencadenado

(Reseña en El Abismo AQUÍ)


sábado, enero 04, 2014

Top 10: mis discos favoritos de 2013

Si los años llevasen un subtítulo, 2013 sería sin duda “El mejor año de mi vida”. Hasta ahora, al menos. Queda por ver qué me depararán los siguientes, aunque es probable que no vuelva a tener un año tan determinante, en positivo, en mucho tiempo. Igual alguno de vosotros (si es que aún queda alguien leyendo ahí fuera) se ha olido la tostada echando un ojo al ritmo cada vez más ralentizado de actualizaciones del blog. No es que un servidor haya vagueado en 2013: es que he estado siendo feliz. Lo cual, dicho sea de paso, me parece un poquito más importante que mantener un ritmo constante de publicación en El Abismo. Llamadme egoísta. Esta inquietante intromisión de la felicidad personal en mi formación como repelente pseudo-erudito web también ha condicionado mis momentos de ocio musical, cinematográfico y tebeístico. Desde que arranqué El Abismo en 2006 no había estado tan desconectado de la actualidad cultural como ahora. Tanto es así que, siendo honestos, el título de esta entrada debería haber sido “10 discos que he escuchado en 2013 y que están más o menos bien pero que no pondría la mano en el fuego por que vayan a ser muy recordados dentro de un tiempo porque apenas he escuchado música nueva en los últimos 12 meses”. Lo que pasa es que era un título de mierda y he preferido ceñirme al formato clásico. Lo asumo: si ya habitualmente la validez de mis listas con lo mejor del año es dudosa, lo de 2013 raya directamente con el despropósito... pero decidme: ¿quién soy yo (además del administrador único de este blog) para echar por tierra una tradición con más de 7 años (¡7!) de antigüedad?

Por consiguiente:

10 - Standstill - Dentro de la luz



9 - Woodkid - The golden age

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



8 - Arctic Monkeys - AM



7 - Quique González - Delantera mítica

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



6 - Miles Kane - Don't forget who you are

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



5 - Sigur Rós - Kveikur



4 - Extremoduro - Para todos los públicos

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



3 - Arcade Fire - Reflektor



2 - Queens of the Stone Age - ...like clockwork

(Reseña en El Abismo AQUÍ)



1 - David Bowie - The next day

(Reseña en El Abismo AQUÍ)