jueves, julio 24, 2014

Scary Monsters (and Super Creeps)

En el ámbito de las cadenas estadounidenses de televisión por cable que ofrecen series de televisión para un público adulto, podríamos considerar a Showtime como la tercera en discordia por detrás de HBO (que actualmente emite títulos como “Juego de Tronos”, “Boardwalk Empire” y “True Detective”) y AMC (responsable de “Mad Men”, “The Walking Dead” y la recientemente finalizada “Breaking Bad”). En un momento dado, justo antes del gran despegue de AMC, parecía que Showtime podía convertirse en el gran relevo tras tantos años de hegemonía por parte de HBO: las primeras temporadas de “Weeds”, “Dexter” y “Californication” entraron con fuerza en las parrillas televisivas norteamericanas y en los hogares de un montón de teleadictos por descarga de todo el mundo, pero ninguna de estas series consiguió a la postre mantener el nivel prometido por sus primeras entregas. Tampoco la sobrevalorada “Homeland”, elevada a los altares catódicos en los Premios Emmy de 2012, logró cumplir con las expectativas generadas por una primera temporada repleta de agujeros de guión y caprichosos giros argumentales. Más allá de las desventuras conspiranoides de la agente de la CIA Carrie Mathison, el futuro de Showtime parece ahora marcado por dos producciones de nuevo cuño con perfiles bien distintos. La primera es “Ray Donovan”, una narración de género negro protagonizada por Liev Schreiber y Jon Voight que la semana pasada estrenó su segunda temporada. La otra es una de las grandes candidatas al podio del género de terror para este 2014, en pugna, presumiblemente, con “The Strain” y “American Horror Story: Freak Show”.


Se trata de “Penny Dreadful”, un pastiche de horror victoriano creado y escrito por John Logan, autor de los libretos de “Gladiator”, “El último samurai”, “El aviador” y “Skyfall”, en el que los iconos imaginados hace más de un siglo por Bram Stoker, Mary Shelley u Oscar Wilde son reinventados y situados en un universo compartido que remite inevitablemente al comic “The League of Extraordinary Gentlemen” de Alan Moore y Kevin O'Neill y, en menor medida, al “Van Helsing” dirigido por Stephen Sommers. Sin embargo, lo que en las viñetas de Moore y O'Neill es puro malabarismo enciclopédico, en “Penny Dreadful” sirve simplemente como base para un relato genérico sin grandes complicaciones metaficcionales: una historia de aventuras, acción y terror salpicada con referencias bastante asequibles para cualquier espectador que no haya estado en coma durante los últimos 50 años.


En el epicentro del relato, rodeado por los mismos monstruos que en su día la Hammer convirtió en franquicias fílmicas en blanco y negro, se encuentra el personaje de Vanessa Ives, una misteriosa médium encarnada por la hipnótica actriz Eva Green. La intérprete francesa, a quien pronto veremos en cines en la secuela (con polémica pezonil) del “Sin City” de Frank Miller y Robert Rodríguez y acompañando a Mads “Hannibal” Mikkelsen en el western danés The Salvation”,  ofrece en “Penny Dreadful” un auténtico recital dramático a través de un personaje complejo, cargado de matices y registros diferentes, logrando que la serie alcance sus picos de máximo interés cada vez que sus ojos azules asoman por la pantalla. Cuando su descubridor para el cine, el sátiro Bernardo Bertolucci, la describió como “tan bella que es indecente” se olvidó de aclarar que mi chica Bond favorita (en “Casino Royale”) es además una actriz espléndida.


Le acompaña, casualmente, el peor agente 007 que se recuerde (porque nadie recuerda a George Lazenby): Timothy Dalton, cuyo trabajo más memorable en los últimos 25 años ha sido prestar su voz al erizo Mr. Pricklepants en “Toy Story 3”. Josh Hartnett (actor discreto por quien siento simpatías a raíz de “El caso Slevin”), Harry Treadaway y el gran Rory Kinnear (en un rol muy alejado de aquel Primer Ministro británico al que daba vida en el primer episodio de “Black Mirror”) completan el reparto principal: un improvisado equipo de investigadores de lo paranormal reclutado para encontrar a una joven desaparecida que responde al nombre de Wilhelmina Murray. Resulta llamativo que sean precisamente los episodios más orientados hacia la búsqueda de la Srta. Murray, el primero y el último, los que rebajen mi entusiasmo hacia “Penny Dreadful”. Los seis capítulos que discurren entre uno y otro son tan entretenidos y disfrutan de un desarrollo de personajes tan interesante que uno lamenta que la trama (teóricamente) principal sea poco más que un enorme mcguffin para reunir a los extraordinarios caballeros de John Logan y dejar que sea la dinámica entre sus protagonistas la que realmente lleve la serie por otros derroteros.


No obstante, hay mucho más en “Penny Dreadful” para la alabanza que para el lamento: desde la exquisita puesta en escena, con Juan Antonio Bayona (“El orfanato”, “Lo imposible”) ejerciendo de maestro de ceremonias, hasta el elegante diseño de producción y los muy convincentes efectos especiales y de maquillaje, pasando por una banda sonora memorable a cargo de Abel Korzeniowski (con especial hincapié en el tema que acompaña a los créditos iniciales). En términos de producción, la serie de terror de Showtime juega en las ligas mayores, y cada centavo (o penique) invertido en su presupuesto luce magníficamente en pantalla. Habrá que ver si las buenas vibraciones transmitidas por esta primera temporada se corresponden el próximo año con una segunda entrega a la altura de las circunstancias. Yo, aunque sólo sea por ver de nuevo a Eva Green en uno de los mejores papeles de su carrera, la estaré esperando con ganas.

lunes, julio 21, 2014

Monkey gone to heaven

Pese a mi reticencia habitual hacia los remakes, reboots y precuelas oportunistas de sagas cinematográficas con solera, "El origen del Planeta de los Simios" me sorprendió en 2011 de muy grata forma: al contrario que el despropósito pergeñado por Tim Burton diez años antes, la cinta dirigida por el prácticamente desconocido Rupert Wyatt no sólo atesoraba un apartado visual magnífico, apoyado en uno de los mejores ejemplos de motion capture que se recuerden, sino que se erigía sobre un guión sólido, plagado de personajes carismáticos con motivaciones creíbles... o al menos todo lo creíbles que pueden ser las motivaciones de un chimpancé super-inteligente dispuesto a rebelarse contra el homo sapiens para romper las cadenas (metafóricas y literales) que mantenían en cautividad a sus peludos hermanos primates. "El origen del Planeta de los Simios" era una película de ciencia-ficción con trasfondo ecologista que uno podía tomarse en serio, capaz de remover las emociones del espectador y conseguir que empatizásemos precisamente con el elemento extraño de la narración: frente a la crueldad del ser humano, resultaba inevitable alinearse con el bando de los simios oprimidos y disfrutar enormemente de su odisea hacia la libertad.


Dado el éxito comercial del film y su obvia condición de punto de arranque para una nueva saga, tres años después nos encontramos en las carteleras con su secuela directa, "El amanecer del Planeta de los Simios". En ella el realizador Matt Reeves, conocido por su trabajo en "Cloverfield" (el título de esta película en castellano sí que es realmente "monstruoso") y en el remake norteamericano de "Déjame entrar", retoma la historia del libertador Caesar varios años después de los hechos narrados en la entrega anterior. Mientras la raza humana está al borde de la extinción a causa de una plaga vírica derivada de la investigación con animales, la tribu de Caesar vive pacíficamente en los frondosos bosques del área de San Francisco, ajena al apocalítptico porvenir de los hombres. La llegada de un grupo de exploradores humanos a los dominios de los simios obligará a ambas sociedades a establecer un frágil plan de convivencia envenenado desde el principio por la desconfianza mutua.


Aún sin desviarse demasiado de los principios que llevaron al éxito a su antecesora, "El amanecer del Planeta de los Simios" supera a aquélla en todos los aspectos. Desde lo puramente técnico, perfeccionando las herramientas que permiten exportar los movimientos y gestos faciales del especialista Andy Serkis a la anatomía simiesca de Caesar, hasta la cuidada planificación visual llevada a cabo por Reeves, con algunas soluciones narrativas realmente inspiradas (como el movimiento circular de la cámara sobre la ametralladora de un tanque o el plano secuencia con que se resuelve la infiltración del héroe humano en el campamento de San Francisco). Salvo en el caso de Gary Oldman, secundario camaleónico que aporta empaque y galones a cualquier reparto, el estudio ha tomado la decisión más lógica y económica: relegar los papeles humanos a intérpretes poco conocidos, como el cumplidor Jason Clarke, dejando que la atención recaiga en los auténticos protagonistas de la función.


El director neoyorkino (co-creador de la teleserie "Felicity", a cuya protagonista Keri Russell repesca aquí en un rol de mediana importancia) se toma su tiempo para presentar la sociedad de los simios y el destacado papel que Caesar juega en ella. Desde el prodigioso arranque, deudor tanto del segmento prehistórico de "2001: una odisea en el espacio" de Stanley Kubrick como de los apuntes pseudo-documentales del "Apocalypto" de Mel Gibson, la identificación del espectador con el primate protagonista es total. La intromisión en este atávico equilibrio de un elemento tan poderoso como el miedo al otro (el ser humano, en este caso, aunque es inevitable sustraer de todo esto una lectura geopolítica tristemente actual) pondrá en jaque los principios elementales en que se sustenta la civilización simia. El desmoronamiento del reino de Caesar es un reflejo (simplificado, sí, pero dolorosamente obvio) del devenir intrínseco a toda sociedad humana; una alegoría animal tan contundente como lo fue en su momento la sublevación agraria de George Orwell. Al igual que en el clásico literario de 1945, "Rebelión en la granja", la evolución social de los animales protagonistas los acerca inexorablemente a posturas peligrosamente humanas. El mensaje no podría ser más pesimista: una creciente complejidad socio-política genera luchas de poder y derramamiento de sangre. Cuando dos culturas, dos ideologías, dos pueblos coinciden en el mismo palmo de tierra, la respuesta instintiva, el impulso más básico, es aplastar al otro. Morir, matar y morir matando.


Aunque este planteamiento no es en absoluto novedoso, la forma en que se articula desde el punto de vista dramático me parece ejemplar. Todos los personajes implicados en "El amanecer del Planeta de los Simios" tienen razones de peso para actuar del modo en que lo hacen. Su progresión es tan lógica como, en realidad, humana. Incluso el gran villano de la función tiene sus motivos, perfectamente comprensibles, para tomar las decisiones que desembocarán en el clímax final de la cinta: una batalla urbana espléndidamente coreografiada que en ningún momento antepone los alardes pirotécnicos al interés emocional del relato. No se puede afirmar que la cinta firmada por Reeves sea precisamente cine de autor, pero sin duda es bastante más contenida, reflexiva y conmovedora que el típico blockbuster hipervitaminado de la temporada estival. Valorándola además como secuela, "El amanecer del Planeta de los Simios" entra por méritos propios en la selecta categoría de segundas partes que expanden, enriquecen y superan a sus predecesoras, en la liga de hitos como "El imperio contraataca", "El mito de Bourne" o "El caballero oscuro".


De forma absolutamente coherente, el final de la película deja una puerta abierta a una tercera entrega que aterrizará en las salas (si todo va bien) en dos o tres años, y el nombre de Matt Reeves aparece de nuevo vinculado al proyecto desde sus primeras fases creativas. Si éste es el camino a seguir, por mí como si continúan haciendo películas del Planeta de los Simios hasta que conozcamos a las tataranietos de Caesar.

sábado, julio 05, 2014

Colaboraciones con ECC Ediciones: "Astro City: Victoria" y "Trillium"

ECC Ediciones, propietaria de los derechos de publicación de los tebeos de DC Comics en España, acaba de comunicar a través de su web oficial su listado de novedades para el mes de septiembre. En él se incluyen dos títulos en los que colabora un servidor, redactando en ambos casos epílogo y contraportada. Por un lado aparece el segundo recopilatorio del relanzamiento de "Astro City", la serie con la que Kurt Busiek, Alex Ross y Brent Anderson recuperan el sentido de la maravilla de la Silver Age en historias super-heroicas que van de lo cósmico a lo intimista.


Por el otro, Jeff Lemire entrega en "Trillium" su mejor trabajo como autor completo. Reconozco que no sabía demasiado sobre la trayectoria de Lemire hasta que tuve que hacer los deberes para esta colaboración con ECC, pero títulos como "Sweet Tooth" y "The underwater welder" (desgraciadamente inéditos en España) me convirtieron en un apologista convencido del canadiense. Con "Trillium", sin embargo, el autor da un salto de gigante tanto a nivel argumental como, sobre todo, narrativo, y aunque no me gusta dar excesivo bombo a los tebeos en los que colaboro (tal vez porque me da pudor, o porque temo que suene a publicidad engañosa), éste es uno de esos casos, como lo fueron en el pasado "Scalped: el final de la senda" o "Punk Rock Jesus", en los que mi entusiasmo le gana la partida a dichos reparos. "Trillium" es uno de mis candidatos fijos para el futurible Top 10 comiquero del 2014, y estoy seguro de que también lo será para mucha más gente.